Dilema

Dilema

JOSÉ LOIS MALKUN
Mientras el Gobierno comienza a dar fuertes muestras de agotamiento ante su incapacidad para enfrentar los graves problemas de inseguridad que agobia a los ciudadanos. Mientras el sector eléctrico empeora. Mientras El déficit fiscal se acrecienta. Mientras el desempleo se torna crítico ante el cierre de muchas empresas. Mientras el seguro familiar de salud sigue sin definirse. Mientras el transporte público se torna caótico. Mientras el RD-CAFTA corre el peligro de perderse. Mientras no se hace nada para amortiguar los efectos del precio del petróleo. Mientras las instituciones públicas se deterioran y las nóminas se saturan. Mientras el gasto dispendioso del Gobierno aumenta sin cesar. Mientras los subsidios corroen las finanzas públicas. Mientras la corrupción sigue carcomiendo los cimientos de la sociedad. Mientras no se sabe qué se hace con los recursos de Petrocaribe. Mientras se envían al vapor contratos de préstamos onerosos al Congreso para saciar el apetito voraz de algunos patriotas.

En fin, mientras surge una ENADE debajo de la manga y mientras se oscurecen las expectativas de los ciudadanos, la oposición política está enfrascada en una lucha interna para definir fechas de convenciones, planes de reorganización y espacios suficientes para que unos 14 ó 15 candidatos puedan seguir aspirando. Y los honorables miembros del Congresos de esos partidos opositores, se muestran tan benevolentes con el Gobierno, que le aprueban en dos lecturas un contrato de préstamos para equipar a la Policía Nacional, que no debió ni llegar al plenario. Lo correcto era devolverlo por improcedente al Poder Ejecutivo.

Pero esa es la oposición que tenemos. O sea, que para el ciudadano común no hay oposición. Como tampoco hay nada diferente entre la oposición y el Gobierno.

¿Y qué pensará la mayoría de los votantes en los próximos dos años? Qué sucederá cuando no sientan ninguna atracción por los partidos tradicionales? ¿Cuál será su opción ante la necesidad de sacar a los que están en el poder? Realmente esa mayoría tendrá un serio dilema.

Entre el hacha va y viene, los políticos que están al bate duerman a los votantes con discursos floreados, cumbres borrascosas y promesas reiteradas que nunca se cumplen. Mientras, los líderes políticos que están en el banco, siguen martillando a la ciudadanía con sus pretensiones presidenciales, sus conflictos internos y su sectarismo convencional. Pero ninguno le ofrece nada nuevo a la población, ni son capaces de convencer a nadie.

Y mientras la cúpula opositora se autodestruye, los Congresistas opositores se declaran independientes y le hacen el juego al Gobierno.

Lo peor es que estos líderes opositores no tienen la osadía, salvo casos excepcionales, de asumir una posición crítica ante los innumerables desaciertos gubernamentales. Prefieren acabar y destruir públicamente a otros dirigentes de su propio partido, que ponen el riesgo sus aspiraciones, que denunciar las aberraciones del oficialismo. Les temen mucho más a sus adversarios políticos, que poseen fuerza mediática, que lo que le temen a los “colegas” de su propio partido. Así van cómodos y seguros y mantienen su presencia en los medios.

Pero por debajo siguen apostando al fracaso de los que están arriba para filtrarse en la próxima contienda y sacarle algún provecho a las circunstancias. Pero no hacen nada para ofrecerle alternativas a los ciudadanos. Sólo esperan que el otro se joda mientras siguen sus luchas internas. No obstante, esos dirigentes no alcanzan a entender que sus opciones políticas son una fantasía porque ya la gente se cansó del mismo discurso, de los mismos errores y de la misma estrategia oportunista de siempre.

Mucha gente piensa y así me lo han expresado, que ha llegado el momento de que surjan nuevos líderes y partidos que les ofrezcan alternativas refrescantes a los ciudadanos. Gente que se aventure a entrar al circo. Que asuma riesgos. Que tenga el valor de bajar al terreno de juego y no seguir desde los palcos como simple observador y crítico. Hay mucha gente con condiciones excepcionales para eso.

La idea es atractiva y potencialmente viable. Pero le tengo terror al modelo Chavista porque eso sería un retroceso lamentable. Cualquier liderazgo al margen de los partidos tradicionales, debe sopesarse bien porque eso conlleva sus riesgos.

Prefiero ver las bases de esos partidos tradicionales revelándose contra su dirigencia. Reclamándole un cambio de rumbo y de estrategia. Exigiéndole que hagan oposición al contrincante y no a su propio partido. Forzando un nuevo liderazgo. En fin, una base que exija más respeto y consideración de sus dirigentes y pueda promover con su fuerza arrolladora un saneamiento profundo de su organización, extrayendo de raíz todo aquello que le haga daño.

Porque si de reorganización se trata, cualquier cosa que se haga desde arriba y por los líderes de siempre, será para hundir más a los partidos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas