Dilemas de la economía norteamericana

Dilemas de la economía norteamericana

La economía estadounidense se encuentra en una profunda crisis. Todos lo sabemos. Incluso, prácticamente, ya todos están de acuerdo de que desde diciembre del 2007 – ya por trece meses – se encuentra en recesión. Algo que algunos cuestionaban basándose en la vieja metodología de que solo cuando durante dos trimestres consecutivos se registrase un crecimiento por debajo de cero se podía reconocer tal situación.

Por tanto, ese dilema ha quedado resuelto. Si, como la inmensa mayoría cree, durante el 2009 se acentúa esa crisis y se extiende durante el año la recesión, nos encontraremos en la depresión económica más prolongada y profunda desde la terrible debacle del 1929 al 1933. ¿La superará? Ojalá que no.

Entre todas las manifestaciones críticas ya conocidas que se manifiestan en esa gigante economía, se encuentra el enorme déficit superior al millón de millones de dólares – lo que en español llamaríamos un billón -. El déficit hay que frenarlo y reducirlo, algo imprescindible, en teoría, para sanear cualquier economía. Sin embargo, la nueva administración se encuentra ante el dilema de cómo estimular la economía y tratar de frenar la caída estimulando el empleo – y por tanto la demanda – para incentivar la producción, sin incrementar el déficit.

Parece no haber alternativa; habrá que aumentar los gastos, aunque no en la dirección de guerras externas – en buena parte responsables del actual déficit – sino mediante un programa de inversiones en infraestructuras y construcción en general. Un retorno a prácticas keynesianas (de lo que hablaremos próximamente) tomando posición ante el viejo dilema entre mercado y Estado, a favor del segundo.

Sin embargo, esas decisiones llevan a otros problemas. La Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco Central de esa nación, ha llevado las tasas de interés a prácticamente cero – algo sin precedentes – recurriendo a esa herramienta de política económica tratando de incentivar la inversión y no el ahorro. Si el dinero en banco no va a producir, de hecho, ningún incremento en los depósitos – por la tasa cero – pues entonces es mejor sacarlo y ponerlo a producir convirtiéndolo en capital.

La política de la nueva administración para enfrentar la crisis – a mi manera de ver correcta – incrementando la inversión, y por tanto el gasto, reduciendo los impuestos hasta en mil dólares por familia para que dispongan de más recursos para consumir, empezará a generar una presión inflacionaria lo que va a requerir que vuelvan a subir, rápidamente, las tasas de interés.

Entonces, habrá de surgir otro viejo dilema en el mediano plazo: ¿qué priorizar? ¿las medidas anti-inflacionarias o las medidas antidepresivas? Pienso que dada la gravedad de la situación se va a intentar estimular la recuperación a como dé lugar y después… dependerá de las lecturas de la economía que den las nuevas autoridades.

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