El desarrollo de la antropología está vinculado al estudio de la cultura tanto desde la perspectiva histórica con auxilio de la Arqueología (Antropología Física) como en la visión actual de las culturas de diferentes sociedades (Antropología Social).
Toda manifestación, actividad, quehacer aprendido en un grupo social determinado o en una sociedad es parte de la cultura. Dentro de estas se encuentran: idioma, creencias, hábitos alimenticios, costumbres, relaciones de género, manejo del cuerpo y la sexualidad, formas de resolución de conflictos desde el uso o no de la violencia, relaciones de población adulta con niñez-adolescencia, relaciones intergeneracionales, identidad étnica-racial, identidad sexual, vínculos con la naturaleza, creatividad, expresiones musicales y rítmicas, folklore, danza, teatro, artes plásticas y todas las expresiones artísticas.
Otros aspectos de la cultura son las relaciones de parentesco constituyentes de distintos tipos de familias (monoparentales, nucleares, extensas, ampliadas, unipersonales y homoparentales) en nuestra sociedad, relaciones de género, masculinidades y ejercicio de poder, así como la construcción social de la maternidad, paternidad y los roles que la definen.
La mirada a esta complejidad y la intervención en la misma debe ser parte de las políticas culturales que se desarrollen desde el Ministerio de Cultura acompañada de una perspectiva antropológica en estrecha vinculación con las políticas sociales, educativas, hacia la juventud y de género que se desarrollan desde el Estado.
El impacto de políticas sociales y educativas dirigidas a grupos vulnerables, así como a niñez, adolescencia, juventud, mujeres, hombres supone la interconexión entre lo cultural y social desde el micro-territorio. Las políticas culturales implican la articulación entre las artes (música plástica, danza teatro), folklore, identidades, costumbres, interacción social, cambio social y cotidianidad.
Nuestra vida social transcurre con múltiples situaciones de violencia y conflictividad, ejercicio de poder y subordinación en el que su transformación puede lograrse desde la intervención cultural integral que conecte artes, costumbres, creencias, prácticas de interacción social, manifestaciones identitarias y la cotidianidad con espacios de creatividad y empoderamiento tomando en cuenta la diversidad (étnico-racial, sexual y social) y dirigido a la equidad.
El abordaje de nuestra identidad cultural desde nuestras raíces afrocaribeñas y de mestizaje se convierte en tarea urgente en nuestras políticas culturales para erradicar el racismo y negación de la negritud y fomentar el empoderamiento y fortalecimiento de las expresiones identitarias presentes en las diferentes regiones y municipios del país.
Con ello se favorecería grandemente a la ruptura con la exclusión, discriminación, intolerancia y desigualdad social tan presente en nuestra sociedad en la cotidianidad y en las redes sociales.