Dinámica de un “batazo”

Dinámica de un “batazo”

El título podría usarlo como metáfora de algún tema irónico pero, no, escribiremos sobre el béisbol, nuestro deporte rey. El punto es lo complicado que resulta la física de un buen batazo, digamos de un cuadrangular. 

Un lanzador de las ligas mayores envía la pelota que pesa entre 5.0 y 5.25 onzas (0.145 Kg), en promedio, a 90 millas por hora, mph, es decir, 40.2 metros por segundo; por tanto, los 60.6 pies (18.48m) desde la goma del lanzador hasta la de bateador, son recorridos que sólo toma 0.46 segundos. En realidad, en menos, pues el lanzador se apoya en una de las piernas y da un paso adelante, su mano está quizá un metro delante de la goma al soltarla, es decir, la bola recorre efectivamente unos 57 pies (17.38 m).

El bateador, sin embargo, no cuenta con esa fracción de segundo, ya que no puede esperar que la bola llegue al “home plate”, para tomar la decisión de comenzar su “swing”, si así lo hiciere, solamente la verá pasar. En consecuencia, estimo que alrededor de los 0.35 s., tendrá que decidir si le tira o no e iniciar su “swing”. Por cierto, los súper lanzadores alcanzan velocidades de 97 y la máxima medida ha sido de 103 millas por hora (46.0 m/s), ambas reducen considerablemente el tiempo disponible: A 103, el tiempo en llegar al “home” es de 0.358 s., teniendo en cuenta el tiempo de reacción, implica que el número de “ponchados” sería espectacular.

Naturalmente, para tomar la decisión debe haberse dado cuenta o “adivinar” si lo que viene es un recta fulminante, un resbalón o un nudillo. Si el bateador acierta, cuando le da a la pelota, el contacto entre ésta y bate es menor de un milisegundo (0.001 s). Tan breves tiempos nos dan una idea de lo alerta que debe estar un bateador y del breve período de reacción que le exige el juego.

Los bates pesan desde 27 a 54 onzas, algunos bateadores como Stan Musial y Ted Williams preferían livianos, 32 onzas; Joe Dimaggio usaba 42 y Babe Ruth comenzó con 54, cuando disparó los 60 tetrabases, y, terminó su carrera con 42, creo que Samuel Sosa andaba por las 34, cuando dio los sesenta y seis cuadrangulares.

No solo la bola es redonda sino que también el bate es cilíndrico, por lo menos, en la parte con la que queremos chocarla. Esto implica que para darle “en lleno”, el bate solo nos facilita una estrecha franja, “medio a medio” como frecuentemente oíamos y decíamos cuando jugábamos; de lo contrario, la bola sale muy elevada o de “rolata”. En buen batazo, entonces, se trata no solo de rapidez, sino también de precisión.

Sin embargo, el asunto no queda completo ahí, hay que tener fuerza para mandar la bola que viene como un “fuete” a 350 o 400 pies (106.71 o 121.95 m), por encima de la cerca. Veamos, la esférica lanzada viene con una cantidad de movimiento, un concepto físico que resulta del producto de la masa por su velocidad, ambas las hemos señalado antes, 0.145 Kg y 40.2 m/s. A fin de no complicar más el tema, asumamos que la bola y el bate se encuentran sobre una misma línea, es decir, que el fenómeno es unidimensional.

Naturalmente, el bate también tiene una cantidad de movimiento producto de las 30 onzas (0.85 Kg) por la velocidad que le imprima el bateador, digamos 34.3 mph (15.3 m/s). Siendo unidimensional, ambas cantidades de movimiento se encuentran frente a frente, de esa forma, se suman algebraicamente y perdura únicamente la diferencia que suele ser una porción de la que tenía el bate.

Del choque pelota con bate, resulta que la primera lleva la peor parte y se abolla, pero es un abollado que afortunadamente desaparece antes que el árbitro se dé cuenta, y, al restituirse, imprime a la bola una energía que se traduce en velocidad, la que usará para salir volando rumbo a la cerca. Las pelotas profesionales tienen un coeficiente de restitución, abollado-desabollado o lo que es lo mismo, de absorción de la diferencia de la cantidad de movimiento de 0.57/0.55. En el ejemplo anterior, la bola sale con una velocidad de 76.2 mph (34.0 m/s).

Después de todo esto, se nos presenta un inconveniente adicional, podemos darle fabulosamente a la pelota pero de “fao”, como sabemos, no nos serviría de nada; por tanto, el bate debe chocar la bola entre dos tiempos precisos del “swing”, si se adelanta, sale por tercera y si se atrasa por primera se va. Las líneas de tercera y primera forman un ángulo recto en el “home”, así que usando geometría-matemática podríamos definir esos tiempos pero eso va a quedar para los ingenieros y matemáticos que vean esto.

Así las cosas, hemos convertido el pasatiempo favorito de los dominicanos en un dolor de cabeza para cualquier estudiante de mecánica. Ante un problema tan complejo, cómo se las averiguan los bateadores, la respuesta es práctica, práctica y más práctica. Por supuesto, talento, ya que para desarrollar esas habilidades es necesario tener, en adición a buenas condiciones físicas, un sentido especial para tirarle en el momento preciso.

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