Históricamente en nuestra sociedad la población masculina se desarrolla desde su niñez con una fuerte presión familiar y social hacia la búsqueda de dinero. El inicio desde la infancia en actividades económicas está vinculado al imaginario de la masculinidad con su exigencia de varón-proveedor. La búsqueda de dinero tiene distintos canales y genera un vínculo desde la infancia con el espacio público-calle como eje fundamental.
El modelo del “dinero fácil” no es únicamente masculino, también afecta al sexo femenino. Proviene de las pautas capitalistas de consumo y permea todos los estratos sociales. Con cimientos históricos, se amplía con el desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad. Hoy afecta a una proporción de la población adolescente y joven tanto femenina como masculina y en el caso de la masculinidad adquiere mayor predominio por distintos factores como son:
• El peso de la relación poder político-dinero fácil-impunidad donde el hombre juega un rol fundamental porque el ejercicio de poder está en el ámbito de lo masculino. Las tramas de la impunidad afectan tanto al sexo masculino como femenino. El sexo masculino tiene más peso por las destrezas que desarrolla en su socialización con el mundo “político” donde las redes de impunidad y complicidad son más fluidas.
• La masculinidad supone la permanente “conquista” hacia el sexo femenino y mientras más mujeres se conquista más viril es el hombre. Esta conquista supone gastos y flujo constante de dinero.
• Patrones de consumo que afectan la apariencia de “hombre con movida” o “joven con movida”. Entre las adolescentes y jóvenes se identifican expectativas con respecto al joven u hombre en el que “ellas” se fijan. Este hombre o joven debe “mostrar” que mueve dinero. En este sentido indicadores importantes de ese movimiento de dinero son los patrones de consumo referidos a: aparatos de comunicación con tecnología moderna o “de punta”, “una buena pinta” la que se refiere a vestimenta y calzados de marca, vehículos o motores.
La demanda de dinero para los jóvenes y los hombres se convierte en una gran presión social. Ser aceptado socialmente por sus grupos de pares masculinos y por las mujeres supone manejar dinero y hacerlo visible.
Las formas de obtención de dinero fácil están tejidas desde grandes trampas porque suponen el ejercicio de actividades políticas cargadas de corrupción, delictivas y/o violentas. Este tejido de dinero fácil, corrupción y actividades delictivas se mezcla con relaciones primarias y familiares cargadas de violencia y competencia de poder. Dándose así escenarios de inseguridad por redes delictivas que muchas veces no necesariamente se encuentran en las calles sino en relaciones cercanas entre amigos, amigas, familiares y personas cercanas de las víctimas.
La búsqueda de dinero genera un vínculo con la calle desde la infancia
El modelo del “dinero fácil” afecta también al sexo femenino
El hombre o joven debe “mostrar” que mueve dinero