Diógenes el de Boquechivo quería entrar a la Cumbre

Diógenes el de Boquechivo quería entrar a la Cumbre

El genial filósofo de Ciudad Nueva quería entrar a la Cumbre para “obtener un mes de chistes”… Igual que este personaje de caricatura, muchos dominicanos esperan con ansiedad conocer los resultados concretos de este nuevo ejercicio de diálogo o concertación. No lo que hablen, digan, tornen o viren, sino qué se hará.

Ayer mismo, en otro periódico, el analista político Orlando Gil opinaba: “Al librito de gobernar del Presidente Fernández se le perdieron algunas páginas y eso explica que algunas medidas a que obliga la lógica política él nunca las tome. Por ejemplo, la renovación de los altos cargos. En ocasiones ha preferido poner el pecho antes que sacrificar funcionarios desaprensivos que por falta de capacidad o prudencia pusieron en apuros a su administración. Ahora le haría bien un poco de egoísmo y olvidarse de los compromisos políticos personales…”.

La creación de empleos y el ahorro son la base del crecimiento, según las mejores teorías económicas. Pero una de las más estrambóticas propuestas de la cumbre ha sido una para gravar las cuentas de ahorro, lo cual sería un estímulo exactamente opuesto a lo que el país necesita. Otra propuesta ha sido la de subsidiar ciertas nóminas privadas, lo cual es otro absurdo porque equivaldría a discriminar impositivamente a aquellos empleadores exitosos para premiar aquellos que no lo son.

Las siete “mesas de trabajo” de la Cumbre han recibido miles de propuestas.

El secretario de Economía, Temístocles Montás, ha dicho que sólo serán aceptables aquellas que puedan realizarse este mismo año.

¿Habrá entonces que hacer otra “cumbre” en enero de 2010? ¿O no sería mejor hacer de ésta la “Madre de todas las Cumbres” para que dé a luz algún plan mínimo de nación que comprometa a todos, no sólo al Gobierno?

De entre la encumbrada barahúnda resaltan los clásicos resuellos “aminoplísticos”. El “a mí no, please”, es el típico recurso de muchísimos dirigentes gremiales, empresariales y de otro tipo, que siempre apoyan lo que afecte a “los demás”, pero cuando ven acercarse el filo de la guadaña bajan la cabeza al tiempo que cortésmente exclaman: “¡a mí no, plis!”.

Al final de la cumbre tendremos el mismo país con los problemas de siempre. Si no va a salir otra cosa que más palabras, al menos dejen entrar a Diógenes. ¡Nos lo merecemos!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas