Diógenes Valdez

Diógenes Valdez

Cuando la obra de un literato trasciende por su depurado estilo y profundidad temática, el reconocimiento es un acto de justicia que premia a quien lo recibe y enaltece a quien lo otorga. Eso es lo que ha ocurrido esta vez al otorgar a Diógenes Valdez el Premio Nacional de Literatura del presente año, premio que auspician la Secretaría de Cultura y la Fundación Corripio y que conlleva medio millón de pesos en metálico donados por la fundación.

Estudioso y discreto, Valdez ha aportado al arte literario dominicano un inventario de obras que enriquecen nuestra reserva cultural. Sus obras son de un contenido profundo y ameno, elaboradas con una prosa multicolor, en las que sobresale una gran capacidad descriptiva. Su narrativa estimula la atención del lector

Entre los años 1978 y 2000, Valdez obtuvo galardones de diversas denominaciones por sus obras «El silencio del caracol», «La telaraña», «Lucinda Palmares», «Los tiempos revocables», «Todo puede pasar en un día», «Del imperio del caos al reino de la palabra», «La pinacoteca de un burgués», «Tartufo y las orquídeas», «Motivos para aborrecer a Picasso», «Retrato de dinosaurios de la era de Trujillo» y «Huellas en la arena mojada», «El viento y la noche», «Las flores hielo», «El arte de escribir cuentos», «El hipocampo y el iceberg», «Raknarok» «El cisne enfermo» y «La noche de Jonsok».

Diógenes Valdez nació en San Cristóbal el 29 de mayo de 1941 y desde muy joven se inclinó por la literatura. La variedad y cantidad de su inventario de obras nos dice cuánto ha logrado cosechar de esa vocación temprana. Las premiaciones alcanzadas antes y este Premio Nacional de Literatura que acaba de conquistar, no dejan dudas sobre la altísima calidad de sus escritos. Nuestras congratulaciones al escritor Valdez, a la Secretaría de Cultura y a la Fundación Corripio, pues honrar, honra.

Dolor que indigna

Clemente Matos Medina y Antonio de la Rosa Flores, el primero chofer de un camión que transportaba periódicos HOY y El Día hacia Santiago y el segundo obrero residente en La Vega, murieron la madrugada de ayer por una de esas imprudencias que en este país no han podido ser corregidas.

El camión en que viajaban se estrelló contra una patana estacionada a orillas de la autopista Duarte, en plena oscuridad y sin ninguna señal luminosa que advirtiera del peligro a los conductores. Fue próximo a la sección Canabacoa, de Santiago.

Nos unimos al dolor que sobrecoge a los familiares de Matos Medina y de la Rosa Flores. Ha sido una tragedia que duele e indigna.

A confesión de parte…

Jimmy Carter, que por el hecho de haber sido presidente de los Estados Unidos debe tener muy claro lo que afirma, sostiene que es la demanda interna de su país la que estimula el tráfico de drogas.

Según ha afirmado, la demanda de drogas de los Estados Unidos socava la capacidad de las instituciones democráticas en los países vecinos.

Si las cosas son como dice Carter, y no hay que dudarlo, a Estados Unidos, en vez de clasificar países por su nivel de cooperación en la lucha contra el narcotráfico, le correspondería dar a sus países vecinos un apoyo logístico más decidido y consistente para combatir el trasiego. Sería la mejor forma de preservar a la gran nación y resguardar, al mismo tiempo, las democracias de la región, susceptibles de ser permeadas y desarticuladas por los capitales del narco. ¿O no?

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