El Premio Nacional de Literatura, que acaban de otorgar la Secretaría de Estado de Cultura y la Fundación Corripio al escritor Diógenes Valdez, es un justo y merecido reconocimiento a uno de los intelectuales que con mayor intensidad ha dialogado con la literatura latinoamericana reciente y mantenido una ejemplar constante en su trabajo novelístico, cuentístico, de investigador histórico y de periodista.
Su prolífica obra es una consideración de lo criollo con relación a lo latino que desarrolló el boom: somos vocación de fuerza, ejercicio de poder, absurdo cotidiano. Desde los mismos títulos de sus libros, algunos galardonados, se puede advertir esta tendencia: El silencio del caracol, La telaraña, Lucinda Palmares, Todo puede suceder un día, Los tiempos revocables, La pinacoteca de un burgués, Motivos para aborrecer a Picasso, Tartufo y las orquídeas, La noche de Jonsok, Del imperio del caos al reino de la palabra, entre otros.
Discreto, silencioso, sin abandonar su natal San Cristóbal donde ha desarrollado su producción fundamental, alejado de lo que son los ruidos típicos de la intelectualidad citadina, Diógenes no sólo ha estado en la corriente literaria del autor latino, sino que en algunos casos se ha adelantado a ella, como ocurrió cuando publicó su muy demandado Retrato de Dinosaurios de la Era de Trujillo, previo a La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa.
A fuerza de talento y perseverancia, Diógenes Valdez ha logrado una representativa posición en las letras dominicanas con sus innumerables cuentos, novelas, y ensayos que lo consagran como un creador sólido, una personalidad de las letras dominicanas, maestro de realidades y fantasías.
Este galardón que reconoce su obra y premia su labor de toda la vida, corona sus esfuerzos literarios por vincular al país a lo más contemporáneo del mundo de las letras. Y le llega, justamente, cuando se encuentra al margen de tareas oficiales que puedan vincular esta digna distinción a favoritismos o interesadas simpatías ajenos a las intenciones de las instituciones que auspician este homenaje.
Al felicitar a este original, tenaz, fértil hombre de la escritura, justo es extender también nuestros parabienes a la Fundación Corripio por patrocinar y organizar este Premio que es estimulante tributo al escritor y a las letras dominicanas.
OBRAS
CUENTOS:
- El silencio del caracol. Editora Taller, Santo Domingo, 1978.
- La Telaraña. Editora Taller, Santo Domingo, 1981.
- Lucinda Palmares. Editora Taller, Santo Domingo, 1984.
- Los tiempos revocables. Colección Premios Siboney, Santo Domingo, 1984.
- Todo puede suceder en un día. Editora Taller, Santo Domingo, 1984.
- La pinacoteca de un burgués. Editora Taller, Santo Domingo, 1992.
- Acta est fabula. Editora Taller, Santo Domingo, 2001.
NOVELAS:
- Motivos para aborrecer a Picasso. Editora de Colores, Santo Domingo, 1997.
- Retrato de dinosaurios de la Era de Trujillo. Edita-Libros, Santo Domingo, 1997.
- Tartufo y las orquídeas. Edita-Libros, Santo Domingo, 1999.
- La noche de Jonsok. Colección del Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 2000.
ENSAYO:
- Del imperio del caos al reino de la palabra. Colección Orfeo, Biblioteca Nacional. Santo Domingo, 1986.