Dios llamó al huracán Wojtyla a su seno

Dios llamó al huracán Wojtyla a su seno

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El pasado sábado día 2 el papa Juan Pablo II fue llamado al seno del padre, después de una angustiosa y corta gravedad, que se había iniciado en febrero cuando fuera internado en la clínica romana Gemelli por problemas respiratorios. Entregó al alma a Quien le había encomendado dirigir la Iglesia católica en uno período de secularización mundial e incremento de ateísmo y de sectas de los más variados matices espirituales.

Su Santidad Juan Pablo II derribó por completo el aislamiento a que vivían sometidos los pontífices de Roma. En 104 viajes alrededor del mundo visitó a todos los países conocidos, para llevar un mensaje de esperanzas y de amor, que permitiera derribar muchas barreras que atenazaban la solidaridad humana.

Con su enérgica voluntad por la libertad del ser humano, el papa Juan Pablo II logró derribar el aislamiento del mundo comunista, cuando en su Polonia natal, apoyó y animó a los obreros, que en el sindicato Solidaridad, se enfrentaron a las autoridades socialistas, que se vieron desplazadas del poder y así generar una oleada, que cual tsunami, sacudió a la Europa oriental, culminando con la destrucción del muro de Berlín en 1989, que constituía una afrenta en el mundo civilizado. Así se logró el desplome del mundo comunista para dejar abierta una nueva era humana, alejada de los temores de una aniquiladora guerra nuclear entre los Estados Unidos y sus aliados europeos en contra de la Unión Soviética.

Juan Pablo II distinguió a nuestro país con tres visitas en tres distintas décadas y con tres presidentes distintos, de manera que de los países pequeños, fuimos el más visitado por el papa viajero, que recibió el calor de los dominicanos con afectuosas acogidas, pese a las exageradas y extremas medidas de seguridad que se aplicaron en enero del 1979, octubre de 1984 y octubre de 1992.

La proyección del papado hacia el mundo exterior le permitió a Juan Pablo II conocer las realidades cambiantes de un mundo en la que tuvo que enfrentar protestas dentro de su misma iglesia. Hasta manifestaciones hostiles se escenificaron en su presencia como las de San Francisco de Estados Unidos cuando los gays quisieron empañarla con sus protestas por el papa condenar las relaciones humanas antinaturales.

Así mismo, el haber canonizado a 482 santos y realizado 1338 beatificaciones superó con creces todo lo que habían hecho sus docientos y tantos predecesores, desde que Jesús fundara la Iglesia en la última cena cuando bendijo el vino y el pan, para que se hiciera como sacrificio a su memoria y se estableciera como el sacrificio de la nueva humanidad.

El papa Juan Pablo II le deja a una jerarquía, entristecida por su muerte, un gran dilema. O el papa volverá a encerrarse en las paredes del Vaticano y realizando esporádicas visitas al resto del mundo, o continuará ese contacto tan impactante que jerarquizaba a cada pueblo visitado, y a la vez, fortalecía en muchas partes una fe religiosa en decadencia, que en Europa, ha llevado a cerrar decenas de iglesias, y las abiertas, con sus naves vacías y escasos fieles, muchos de ellos de edad avanzada.

Así mismo la oposición de Juan Pablo II a que la mujer asumiera un papel más activo en la jerarquía de la iglesia, podría ser uno de los temas que deberá enfrentar su sucesor, de manera que se provoque un proceso de apertura acorde con el siglo y las creencias de la gente. Se observa de como lo que era el sacramento de la penitencia, es ahora el de la reconciliación, es obsoleto, ya que se ve de como casi todos los fieles asistentes a la misa dominical reciben la comunión, sin haberse preparado debidamente, quizás tan solo haciendo un acto de contricción espiritual, y como dirían confesándose directamente a Dios, sin utilizar al sacerdote que era el canal obligatorio de antaño.

El futuro papa enfrentará grandes desafíos, con una parte de los miembros de las órdenes religiosas manchados por sus acciones incorrectas, dejando en entredicho la idoneidad de los religiosos para ser los mejores representantes de la moral de los pueblos. Indudablemente que Juan Pablo II sufrió tales desviaciones, y en casi todas su encíclicas, les impuso un sello de la moral cristiana tradicional, que se ha ido desviando a medida que el mundo se seculariza, y pretende hacer estremecer los cimientos del catolicismo. El mundo es impactado por la pena de ver partir al último líder mundial, dejándolo en una orfandad extraordinaria, sin tener una voz que corrija a quienes abusan de los más débiles, o imponen por la fuerza de las armas sus verdades acomodadas a intereses que no son los más puros.

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