Dios los cría y el diablo los junta

Dios los cría y el diablo los junta

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En el mes de mayo del año que discurre, dos apostatas que como “religiosos” prestaron “servicios” en la República Dominicana, informan que van a presentar documentos en la ciudad de París y otras ciudades francesas, probatorios de que nuestro país le otorga un tratamiento de “esclavitud” a los jornaleros extranjeros, principalmente los haitianos, que se dedican en los campos cañeros al corte de esta gramínea que será luego transportada a los ingenios para convertirla mayormente en azúcar.

La inefable pareja de Christopher Hartley y F. Rocuoy tendrán a su cargo la exposición de marras. Lo peor del caso, es que mientras estos dos farsantes se encontraban en el país, nuestra Cancillería, tal vez por respeto a nuestra tradición cristiana, no declarara “personas non gratas” a estos dos denostadores de nuestra República, al dedicarse a fabular en contra de las empresas y personas, que al parecer de estas dos “inmaculados e impolutos” ciudadanos extranjeros, ejercían la más despreciable forma de esclavitud.

Cuando una persona se escuda detrás de una sotana y de una orden religiosa para tener vía libre y con una permisividad total de parte de nuestras autoridades tan celosas para otros menesteres, se les permite pergeñar en lugares tan distantes como el Batey 5 en la provincia de Barahona y la parroquia de San José de los Llanos en la provincia de San Pedro de Macorís, algo anda o huele mal y no precisamente en Dinamarca. Hay una serie de interrogantes que hasta ahora no han podido ser contestadas: ¿Cuáles personas, entidades o países respaldaban a estos “dos piadosos hombres de iglesia”? ¿Por qué nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Romana y Apostólica no amonestó a estos dos sacerdotes irreverentes que estaban bajo su jurisdicción? ¿Por qué, su Eminencia Reverendísima Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, no los conminó, como Jefe de la Iglesia, a detener esos despiadados y amañados ataques?

Somos de opinión, que tanto la familia Vicini, mencionada directamente como la poseedora del “látigo esclavista” y el Estado Dominicano, deberían canalizar sus protestas al país que deben pleitesía u obediencia por sus votos sacerdotales; es decir, el Estado del Vaticano. Esto podría ser hecho por una nota en tal sentido, a la Embajada de la Santa Sede en Santo Domingo, culpable también, como las autoridades dominicanas de no ponerle coto a los desbocados pronunciamientos y acciones de estos dos desalmados que antes de entrometerse en los asuntos internos nuestros, gozaron del aprecio de las comunidades en donde llevaban a cabo su labor socializadora y educativa.

Lo extraño de estas dos enfermizas personalidades, es que habiendo tanta tela que cortar en su propia comunidad religiosa, como son los abusos sexuales a menores, actos de pedofilia y ahorcamientos de hábitos, no hayan incursionado en ese “delicado y espinoso” capítulo negro de su iglesia católica y de otras congregaciones, en donde tal vez por solidaridad se hicieron de la vista gorda.

Precisamente en el país elegido para hacer tan “reales y convincentes presentaciones”, hace unos meses, inmigrantes que viven en ghettos, tan apretujados, faltos de las condiciones mínimas sanitarias y con el agravante de cuando tienen hambre tienen que acudir a la mendicidad, porque no pueden comer la caña de azúcar y otros víveres sembrados en los bateyes que libremente disfrutan los picadores, sean estos haitianos, dominicanos o de otras nacionalidades. Esto es así, porque en el batey los dominicanos y haitianos reciben el mismo tratamiento de parte de los caporales. Entonces ¿Por qué no defienden esos indigentes en Francia? Porque allí serían deportados por entrometerse en los asuntos inherentes al Gobierno de Francia y además, tampoco podrían ser juez y parte como lo hacen frente a un país pobre como la República Dominicana.

Resulta altamente sospechoso, que un país que por su compromiso colonial debería estar a la cabeza en la ayuda para que el pueblo haitiano salga de la inmensa miseria en que está envuelto, no reaccione a favor del Gobierno dominicano, al menos condenando moralmente los hechos que con burdas triquiñuelas presentan estos dos “salvadores”, que tampoco presentan soluciones de cómo mejorar las condiciones de vida de sus defendidos. Es dable preguntarse, ¿Por qué estos dos adalides de las libertades de los picadores haitianos no lo hicieron desde Haití? Precisamente porque en aquel país no hay condiciones para vivir decorosamente además de su peligrosidad por el gran número de armas que están en manos de facinerosos inescrupulosos para quienes la vida no vale un bledo y bien pudieron haberlos mandado al más allá.

Creemos firmemente que los presentadores de la película “The price of sugar” con su narrador Paul Newman, les contrataran para la filmación de la segunda parte, del lado del muro que construyen en su frontera los Estados Unidos de América para que los “espaldamojadas” no se introduzcan en territorio de la Unión en donde los inmigrantes en las granjas agrícolas, son tratados de manera similar que los haitianos que también de manera ilegal penetran en nuestro territorio. Los haitianos vienen a nuestro territorio voluntariamente porque saben que aquí, “bien o mal”, al menos pueden ganarse el sustento. Por todo lo anterior podemos afirmar de estos dos denostadores: “Dios los cría y el diablo los junta”.

La pregunta del millón ¿Qué beneficios andarán percibiendo este par de apóstoles o quienes están detrás de estas infamias y que lucro recibirán para abrazar esta “noble” causa?.

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