¡Dios nos proteja! (2 de 2)

¡Dios nos proteja! (2 de 2)

EDUARDO ROZAS ARISTY
Estados Unidos depende en un 40 por ciento o un 50 por ciento del petróleo exterior, mientras que Europa y Japón en un 80 por ciento, pero la República Dominicana depende en un 100 por ciento y toda su vida está fundamentada en esa sustancia que se gasta en nuestro país como si nos la regalaran. Sin embargo, la República Dominicana es un país caribeño vecino de Venezuela, el cuarto productor del mundo.

Venezuela es más que eso, es una de las naciones más ricas de la tierra. Además de petróleo, produce gases naturales, hierro, aluminio, oro, diamantes, fosfatos, piedra caliza, dolomita (materia prima básica para la fabricación de cemento), manganeso, carbón, etc. Su vocación como potencia regional y continental se puso en evidencia desde que el genio y la espada de Simón Bolívar independizaron a la propia Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

Al Venezuela buscar su legítimo espacio como potencia o país hegemónico regional, rodeado de países que no tienen petróleo, necesariamente tiene que chocar con la otra potencia tradicional que ha controlado esta región desde las invasiones de principio del siglo pasado. En dicha confrontación, Venezuela se ha asegurado el apoyo de Cuba (que también produce petróleo) contraria al poder hegemónico de los Estados Unidos desde hace 45 años, para constituir un eje caribeño de extraordinario poder y credibilidad.

Para asegurar definitivamente esa influencia, Venezuela ha constituido el denominado acuerdo regional “Petrocaribe” con el propósito de suministrar petróleo a los países caribeños, al precio internacional (OPEP) pero con condiciones de pago relativamente blandas, lo que implicará, quiérase o no, un fuerte control económico y político de parte del eje Caracas-Habana de esos países. Ya Jamaica, rompiendo con las transnacionales intermediarias, aceptó la vicepresidencia de Petrocaribe. Todavía República Dominicana no lo ha hecho, pero todo es cuestión de tiempo. Dominicana está consumiendo  –según cifras oficiales– 1.9 barriles de petróleo/segundo o 164,160 barriles/día. Según un Acuerdo Energético anterior, firmado en Caracas el 6 de noviembre del 2004, República Dominicana recibía por ese concepto 50,000 barriles diarios; si a ésos les sumamos los nuevos 50,000 pactados con Petrocaribe, veremos que nuestro país está comprando en Venezuela de un 60 a un 100% de sus necesidades de hidrocarburos.

Como el precio del barril de petróleo seguirá subiendo inexorablemente en los próximos meses, a la República Dominicana y a los demás países caribeños les será imposible adquirir dicho producto y sus derivados en condiciones distintas a las que ofrece Petrocaribe, lo que incrementará, como es obvio, su grado de dependencia frente a Venezuela.

Pero, además, el aumento del precio del barril de petróleo incrementará internamente el pecio de sus derivados y ésos provocarán, a su vez, alzas en todos los demás artículos que consumimos los dominicanos. La inflación crecerá y agravará la crisis económica, social y política que hemos expuesto o descrito anteriormente.

Al Venezuela aliarse con Cuba, por rezones obvias, tiñó o entintó, ideológicamente hablando, sus pretensiones hegemónicas, recuperando, en su confrontación con los EUA, la antigua pugna latinoamericana, izquierda Vs. derecha, tal y como sucedió en la Italia prerenacentista o del siglo XIV. Ya vemos de nuevo, no sin cierto asombro, las respectivas fuerzas alineadas y los primeros choques o escaramuzas de la confrontación interna que se nos avecina.

La derecha dominicana, profundamente ligada a los EUA, con seiscientos años de experiencia política, sabe lo desagradable que son las sorpresas en política. Por tal razón, ya está preparando una fuerza coyuntural –no electoral– en la que ha logrado unir derechistas con antiguos izquierdistas, que serán dirigidos todo parece indicar, por el general (r) Pedro de Js. Candelier.

Que nadie dude de la importancia, sobre todo después de perder su dominio sobre Cuba, que le conceden los norteamericanos a esta tierra, próxima a Puerto Rico, su puesto de vigía de todos los accesos al Mar Caribe y al Golfo de México, donde se encuentra instalada el 30% de su capacidad petrolera. Sólo basta con recordar las intervenciones del 1916 y de 1965.

El Presidente Fernández, mucho mejor informado que el suscrito, ha producido en estos últimos días tres hechos significativos: dos declaraciones a la prensa y fuertes disposiciones para restringir el consumo de combustibles derivados del petróleo.

En la primera de esas declaraciones indicaba que el “modelo económico” fundamentado en el turismo y en las zonas francas ya era inservible, ya que tiende a perpetuar el atraso intelectual de la mano de obra y sólo produce muchos dólares a los propietarios de esas instalaciones, agregamos nosotros.

Con esa declaración, el mandatario ponía en evidencia la incapacidad de la economía dominicana para producir los dólares necesarios para enfrentar el consumo de petróleo y cubrir además otras necesidades.

En la segunda declaración dijo que tanto el tratado de libre comercio (DR-CAFTA) como Petrocaribe eran importantes para la República Dominicana, tratando de mantener una saludable equidistancia en la confrontación EUA Vs. Venezuela que se está desarrollando, en estos precisos momentos, en el Mar Caribe.

¿Hasta cuando al Presidente Fernández podrá o le será posible mantener esa neutralidad? Realmente, no lo sabemos; por eso titulamos este trabajo con el impotente grito: “¡Dios nos proteja!”.

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