A veces no entendemos por qué cuando necesitamos oír la voz de Dios o que Se manifieste en medio de la situación que estamos pasando, no lo hace. Es como si a Dios no le interesara o estuviera tan ocupado que lo nuestro no tiene importancia. Y no es que Dios sea malo o que le da lo mismo nuestra situación. Al contrario, Él quiere lo mejor para nosotros, pero Su silencio, el cual se convierte en una eternidad, nos desespera, nos inquieta. Esto no nos agrada.
Pero todo esto no significa que Dios no va actuar. Muy por el contrario, Él va a hacerlo a Su tiempo, para glorificarse. Así vemos que cuando Lázaro estaba enfermo Él no fue al instante. Al contrario, se demoró dos días más porque no tenía pensado sanarlo sino resucitarlo.
No nos desanimemos si Dios no ha intervenido a nuestro favor, porque Él se manifestará de una manera mayor a lo que estábamos esperando. Por eso, sigue esperando sin que tu fe se debilite; porque aunque se demore, Él vendrá a favor nuestro.