Estaré atento y vigilante como lo está el centinela en su puesto, para ver qué me dice el Señor y qué respuesta da a mis quejas. Habacuc 2: 1
Es necesario estar atentos para escuchar lo que Dios quiere decirnos, y por nada distraernos. Para esto debemos ser pacientes, esperar Su voz, la cual nos hablará y nos traerá guía y dirección. No importan el tiempo ni las horas que esperemos con tal de oír al Señor hablar; porque Su respuesta será la que nos guiará y nos ayudará a tomar las decisiones correctas, sin errar en alguno de nuestros caminos.
Por eso, la mayoría de los fracasos son consecuencias de no oír a Dios y de dejarnos llevar por nuestros deseos e impulsos incontrolables, los cuales están muy distantes de Su voluntad, ya que el que la conoce caminará sin tropezar.
Aunque nos cueste días, meses, debemos estar atentos, vigilando sin descansar hasta que desde Su trono salga Su voz con la respuesta de nuestras necesidades.