Empresarios, dirigentes políticos, educadores, líderes sindicales, de los ayuntamientos, hasta representantes de padres y discapacitados, se pusieron de acuerdo y el presidente Danilo Medina pudo ver junto a los dominicanos que estuvieron en el Palacio Presidencial o por la televisión cómo firmaban aceptando un gran acuerdo para que la República Dominicana tenga mejores oportunidades para sus estudiantes.
El Pacto Nacional para la Reforma Educativa, cuya vigencia se extiende hasta el año 2030, según la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, contempla, entre otros puntos, la optimización de la formación docente, la dignificación magisterial, el cumplimiento del calendario y el horario escolar, así como la modernización de la educación en todos los niveles.
Todo eso está bien. Y merece la felicitación el Gobierno y el país. Pero si hay alguien que debe ser el invitado a ocupar un asiento principal en las aulas que se están construyendo y en las que ya existen se llama Dios, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo.
Debemos enseñar la Biblia en las escuelas dominicanas. Hay que enseñar a orar a los niños. No es una tarea ni debe ser una responsabilidad solo de las iglesias ni de los padres o los hogares. Debe ser una función importante del Estado.
Cuando estuve en Corea del Sur aprendí que si bien los aspectos económicos fueron importantes para el desarrollo de esa nación, las oraciones y el estudio de la Biblia que se hacían en las células de los hogares, después de la guerra que destrozó a esa nación en los anos 60, fue un factor importante para su unidad y el levantamiento de esa nación.
El Proverbios 22:6 nos enseña por qué debemos enseñar a Dios en las escuelas: Instruye al niño en su camino. Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
Necesitamos enseñar el temor de Dios en las aulas dominicanas. No basta con la formación de los maestros, con que nos preocupemos que nuestros estudiantes aprendan a leer y a escribir, que consigan un empleo productivo en el futuro. Eso es bueno. Pero eso no es suficiente.
Hay que enseñar a nuestros hijos el apartarse del mal y amar el bien. La Biblia nos enseña, en el libro de Job 28:28: Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia.
Necesitamos de una relación personal con Dios a fin de reducir la delincuencia, los embarazos indeseados y otros males. Se requiere de una formación espiritual. Cristo es el verdadero Obispo y Pastor de las almas. (1 Pedro 2:25) Sin él estamos vacíos. Necesitamos, pues, mejores estudiantes y ciudadanos en la tierra, y después la vida eterna: Romanos 10:9 lo dice así: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.