Diplomacia de los jefes de Estado

Diplomacia de los jefes de Estado

Sin lugar a dudas, estamos viviendo en un escenario mundializado donde la proyección cierta del desarrollo alcanzado por los medios de transporte y comunicación han acortado distancia y agilizado el contacto. Es evidente que en este mundo es ya prácticamente imposible avanzar en una dirección al margen de las tendencias generales que se estén imponiendo en el ámbito internacional. La creciente interdependencia ha contribuido, por fin, a que los países de nuestra América, y del Caribe, comprendan la pertinencia y urgencia de emprender acciones de cooperación e integración.

En ese escenario el papel de los Jefes de Estado y Gobierno se ha reforzado.

Los viajes frecuentes de los mandatarios aporta argumentos a opositores y medios para la crítica y el conteo aritmético de los viajes realizados, las millas recorridas, las horas de vuelo y los días alejados de sus despachos. Si bien es cierto de que no todos los viajes son iguales ni todos los ejecutivos los aprovechan igual, en nuestra época, y en especial en nuestra región, resultan ya inevitables.

Aparte de las frecuentes cumbres organizadas por las múltiples instituciones globales actuantes en el universo planetario de hoy, en América Latina y el Caribe se viene desarrollando, con éxito, una gestión diplomática directa por los Jefes de Estado y de Gobierno. En los años sesenta se efectuaron alguna que otra reunión de presidentes muy limitadas en nivel de participantes hasta que en 1976 Panamá convocó a los presidentes de la región para que le respaldaran en su reclamación a los Estados Unidos para que devolviera a su soberanía el Canal y su Zona adyacente. La llamada del grupo de mandatarios al presidente Carter resultó vital y prueba sólida del potencial de la unidad regional. Después vendrían años de incertidumbre con nuevos golpes de Estado, revoluciones y la terrible crisis de la deuda. La crisis político-militar en América Central en los ochenta pudo fue solventada por la acción directa de los Presidentes del Grupo de Contadora y posteriormente el Grupo de los 8.

Sin embargo, un importante detonante fue la toma de posesión del Presidente Rodrigo Borja en Ecuador de 1988 a cuya investidura invitó a un grupo numeroso de Presidentes y a partir de ahí se generalizó la presencia de Ejecutivos en los actos de toma de posesión, oportunidad que aprovechaban para abordar temas bi y multilaterales. Fue el arranque, además, de la recuperación en la credibilidad en el esfuerzo de integración y los esquemas se reactivaron con las reuniones periódicas en la Cumbre. Vinieron otras propuestas como las Cumbres Iberoamericanas y variadas reuniones de presidentes. En verdad, hoy día al mismo sector empresarial le gusta escuchar por voz de las máximas figuras de un país las ventajas y posibilidades que ofrece su economía para  eventuales inversionistas. El mandatario que no lo comprenda deja rezagado a su país.

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