Directores de escuelas deben poner reglas y disciplina

Directores de escuelas deben poner reglas y disciplina

Las recuerdo con su impecable vestimenta, su peinado discreto, zapatos negros con tacones medianos y medias de náilon, un casi invisible maquillaje y el pelo inmaculado. La falda gris y la blusa muy blanca distinguía a las maestras de las escuelas públicas; no le decíamos maestras ni profesoras, les llamábamos “señoritas” porque en su mayoría no se habían casado. No eran monjas, simplemente mujeres jóvenes dedicadas al magisterio.
La casada era normalmente la directora de la escuela, casi siempre mayor y la que inspiraba un respeto de templo. Cuidar “las formas”, es decir, el respeto, la higiene y otros valores era fundamental para la disciplina en las aulas y en el plantel.
Estas referencias son necesarias ahora cuando las informaciones provenientes de algunos planteles públicos, donde es evidente que se ha relajado la disciplina, obliga a pensar en serio en el porvenir de cerca de dos millones de seres humanos que forman parte de la población estudiantil del país, de los cuales el 75 por ciento acude a las escuelas públicas.
Las noticias no son buenas comenzando por el informe del pobre desempeño en matemáticas de los estudiantes del sexto grado, dos docentes acusados de acosar a las alumnas, dos adolescentes que obligaron a una niña a practicar sexo en una escuela y una niña que mató a otra a la salida del plantel, son noticias consumidas en lo que va de mayo.
Los hechos publicados podrían estar dentro de las excepciones si tomamos en cuenta que, según datos del 2015, hay unos siete mil doscientos cuarenta y un planteles públicos, y con las construcciones de nuevos la cifra debe ser mayor, pero no dejan de ser preocupantes los hechos acontecidos.
La población que asiste a las escuelas públicas es la mayoría de los niños y adolescentes de este país, por lo que los docentes tienen la gran responsabilidad de garantizar el derecho fundamental de la educación a esa población, con la calidad que les permita una integración social armados de buenos valores para una mejor práctica en sus vidas de adultos.
La mala práctica en las escuelas donde se han producido actos calamitosos no debe repetirse en ninguna circunstancia y sugieren severas medidas: primero de disciplina interna en los planteles y segundo una vigilancia estricta en los mismos, las cuales pueden ser perfectamente establecidas mediante el monitoreo con cámaras que controlen los lugares donde no llega la vigilancia de la seguridad personal.
Es difícil que un adolescente no se enamore, pero a la escuela se va a aprender a leer, a escribir, a sumar, restar, multiplicar y muchas otras disciplinas importantes para la conducta de esa población en la que recaerá el futuro del país.
La mejor educación se logra cuando los padres participan en la misma, pero es muy difícil conjugar esa alianza en el sector de la educación pública, cuando los padres tienen que salir a trabajar para cubrir necesidades tan básicas como la alimentación y el techo donde guarecerse.
La disciplina en las escuelas es necesaria y urgente, debe mantenerse de cualquier forma, impuesta mediante reglas que deben respetar todos los que ingresen a estudiar, y de otra manera, mediante el consenso para lo cual debe haber un liderazgo que comienza con el autorrespeto que va desde la dirección hasta todo el personal de los planteles.
La educación está en crisis en todo el mundo, hay evidencias de que deben cambiarse los esquemas de enseñanza y los modelos de aprendizaje, pero mientras se piensa en cómo hacerlo, hay que poner freno a algo que evidentemente se nos está saliendo de control.

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