Dirigentes del Partido Republicano condenaron el asalto contra el Congreso de Estados Unidos que ejecutaron ayer centenares de seguidores del mandatario Donald Trump.
La muchedumbre, que venía de participar en un mitin con Trump, irrumpió contra el edificio en un momento en el cual los parlamentarios se encontraban reunidos para certificar formalmente la victoria del candidato demócrata Joe Biden en las elecciones del pasado 3 de noviembre, cuyos resultados han sido desde entonces impugnados sin pruebas por el actual mandatario.
«Para aquellos que causaron estragos en nuestro Capitolio hoy, ustedes no ganaron. La violencia nunca gana, gana la libertad. Cuando nos volvamos a reunir en esta cámara, el mundo volverá a ser testigo de la resistencia y la fuerza de nuestra democracia, incluso tras la violencia y el vandalismo sin precedentes», dijo Mike Pence, el vicepresidente de Trump.
George W. Bush, expresidente y el único exmandatario republicano vivo, declaró que «Estoy consternado por el comportamiento imprudente de algunos líderes políticos desde las elecciones y por la falta de respeto mostrado hoy hacia nuestras instituciones, nuestras tradiciones y nuestro estado de derecho».
Agregó «así es como se disputan los resultados electorales en una república bananera, no en nuestra república democrática».
El senador Lindsey Graham, uno de los grandes aliados de Trump desde su llegada a la Casa Blanca, calificó el ataque como «una vergüenza nacional» y pidió que se sancionara a los responsables.
«Quienes realizaron este ataque deben ser identificados y enjuiciados hasta las máximas consecuencias contempladas en la ley. Sus acciones son repugnantes para la democracia», dijo.
También, Kevin McCarthy, el líder del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, calificó lo sucedido como «muy antiestadounidense».
«No podría estar más triste o decepcionado por la forma cómo se ve nuestro país en este momento… Esta no es la vía estadounidense. Esto no está protegido por la Primera Enmienda», añadió.