La base de la disciplina positiva es educar con firmeza, respeto, amor y amabilidad.
Para educar desde una disciplina positiva debemos conocer la etapa de crecimiento del niño, que conducta esperar según su edad. Es importante establecer las razones del comportamiento inadecuado, muchas veces los niños se portan mal buscando atención de su familia.
En ocasiones los padres tienden a ser permisivos por varias razones, falta de tiempo, exceso de trabajo o cansancio. El ajetreo del día a día muchas veces nos impide ser firmes y constantes en el cumplimiento de las reglas establecidas en el hogar, base fundamental para una correcta disciplina.
La disciplina positiva se practica a partir de herramientas inspiradas y basadas en el autoconocimiento, auto-disciplina, colaboración, respeto, responsabilidad y actitud positiva. Es importante entender que el autoritarismo no lleva a la autorregulación de la conducta, ni tampoco al análisis del comportamiento inadecuado, muy por el contrario aleja al niño de la actitud positiva ante la corrección.
Para garantizar una buena disciplina las rutinas deben formar parte de la vida de cualquier persona, sin importar su edad, estas dan la sensación de seguridad y ayudan a desarrollar la autodisciplina. Los niños necesitan tener un horario para dormir, despertar, comer, jugar y hacer tareas. Las rutinas bien establecidas darán orden y estabilidad a los padres y los menores.
Cuando educamos en base a una disciplina positiva respetamos la conexión de la familia, el vínculo afectivo, el respeto por la autoestima del menor, practicando el respeto mutuo.
Debemos ver el error como parte de la vida, como una oportunidad de crecimiento y superación, a fin de convertirnos en mejores seres humanos cada día.
Parte importante de disciplinar es mantener la dignidad del niño, corregir para que este crezca con una correcta formación en valores, pero sin lacerar su alma. Es necesario mantener la calma y colmarse de paciencia al momento de corregir.
Las reglas deben estar claramente establecidas, el no cumplimiento de estas debe acarrear consecuencias. Sin embargo, debe buscarse soluciones a los conflictos que le sirvan al menor para enmendar su error, a fin de no volver a repetirlos. Mas que el niño tenga que pagar una multa (castigo) por su falla, se busca que este tenga un aprendizaje.
Los regaños y la retahíla de palabras muchas veces llevan el niño a sentirse menospreciado y humillado. Por el contrario, cuando los concientizamos, los llevamos a reflexionar sobre su comportamiento y a involucrarse en las soluciones.
La disciplina positiva presume que conoces a tu hijo y confías en él, crees en su potencial y puedes reconocer sus debilidades para trabajarlas. . La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC SCHOOL Twiter: @MLC_Schoolrd @SVirginiaP Instagram: @pardillavirginia.