Disciplina pública

Disciplina pública

Una de las íntimas razones que me impulsan a objetar el aumento de la presión tributaria tiene que ver con la disciplina en el gasto público. Cuando el administrador fiscal carece del pulso indispensable para contener la crecida del gasto, éste llega al infinito. El Fondo Monetario Internacional (FMI), por cuanto se hace evidente, carece de interés en establecer la contención. Se procura –lo buscan los técnicos del organismo multilateral y los del gobierno central- el equilibrio fiscal. Si tal equilibrio se alcanza exprimiendo a los contribuyentes, ¡felices estarán esos técnicos!

Lo grave es que tal tendencia puede volverse incontenible, tal cual ha venido ocurriendo. En consecuencia, mientras más cueste el Gobierno Dominicano, más nos quitará el administrador fiscal a todos los contribuyentes. El proceso se tornará una espiral y la más extrema pobreza nos arropará a todos. Por tanto, el previsible fenómeno tiene que ser detenido ¡ya!

Razones para la exacción las hay siempre. A los banqueros les fueron expuestas las que, confusamente, se esgrimen: hay que buscar el equilibrio fiscal. Algunos esperan conseguir que los nuevos impuestos cubran las necesidades del servicio público de educación. En realidad, en la medida en que sean creados nuevos gravámenes y la indisciplina prevalezca, menos eficiente se volverá ese sistema público de educación. Mas no sólo él, sino que toda la obra pública se tornará ineficaz, y quienes detenten el Poder, agotarán esfuerzo sobre esfuerzo para sostener un gobierno caro y malo.

Insisto en una idea expuesta en múltiples ocasiones. Cuando los gobiernos aumentan desmesuradamente el gasto corriente, empobrecen a su Nación. En forma paulatina este empobrecimiento arropa sin duda alguna, a los dominicanos de la última generación. El crecimiento registrado en la economía, proyectado desde sectores de gran inversión de capital aunque de mínima dispersión social, no se ha vuelto desarrollo. Ha faltado que un ahorro público abolido y tendencias públicas capaces de orientar al país, reconduzcan a la Nación.

Entretenido sin embargo el administrador fiscal en acciones de dispendio, se olvidó de ese instrumento de impulso al desarrollo que es el ahorro público. Tampoco propició el alumbramiento de caminos por los cuales se dirigiese, hacia un mejor porvenir, todo dominicano que lo quisiera.

Agotadas las perspectivas de un sano futuro, no queda sino la alternativa de corregir la indisciplina fiscal. Pero lamentable es decirlo, el FMI luce desinteresado en conseguir este propósito con ese socio despilfarrador que es el actual Gobierno Dominicano. Por eso, aunque nadie me escuche, objeto elevar, en este momento, la presión tributaria.

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