Discordia entre medio y objetivo

Discordia entre medio y objetivo

La sentencia mediante la que una jurisdicción especial condena a cinco y tres años de cárcel a cinco menores de edad hallados culpables del asesinato de siete taxistas, debe mover a  una profunda reflexión sobre los efectos nocivos del tipo de  protección que la ley da a nuestros menores, y a la misma sociedad en sentido general.

Es absolutamente necesario que, a partir de esta condena, que resultó risible para uno de los condenados, nos preguntemos si el tiempo de encierro y los medios de regeneración serán suficientes para lavar del cerebro de estos menores la vocación homicida que les llevó a sus horrendas aventuras, y si permitirían devolverlos a la sociedad como personas realmente útiles y respetuosas de la vida y el orden.

Siempre ha existido el temor de que entre el  Código del Menor y su objetivo de proteger a la gente de corta edad hay puntos de indiscutible discordia, sobre todo porque se subestima el hecho de que para planificar y ejecutar acciones como las que motivan la sentencia en cuestión, se necesita un raciocinio cargado de conocimiento de los efectos perseguidos.

      Una protección distorsionada resulta más dañina para   el menor que un castigo cuya severidad se ajuste a la  gravedad de la falta cometida. Para el menor y para la sociedad  es necesario  eliminar esta discordia entre el medio y el objetivo.

 

A 47 años del golpe de Estado

Hoy hace 47 años que un suceso nefasto, ejecutado por gente envilecida, alteró el curso de la historia al incidentar el ensayo democrático que el pueblo dominicano inició con la elección del profesor Juan Bosch.

 Dos años después, en abril de 1965, un levantamiento armado contra el orden impuesto por el golpe dio una muestra del destino que le estaba reservado a las acciones contra la voluntad expresada en las urnas por un pueblo que acababa de emerger de la ignominia de una dictadura de tres decenios.

Los ejecutores del golpe que aún sobreviven, han tenido que pagar muy caro el error.

La reposición de la democracia y su afianzamiento cada vez más definido les ha impedido exhibir como victoria el hecho de haber derrocado el primer Gobierno democrático. Quede la  lección por si hay quienes acarician  ideas contra la voluntad popular.

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