Una pregunta inquieta a muchos: ¿debe volver el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a sus raíces y rescatar sus orígenes? Para unos es posible y hasta necesario; para otros es casi imposible.
En todo caso, algunos diputados peledeístas reconocen que la organización ha cambiado calidad por cantidad. Por tanto, proponen una revuelta ideológica, es decir, un volver a los principios que fundaron al PLD en 1973, para “completar la obra de Juan Pablo Duarte”.
Así piensan Gustavo Sánchez, vocero del PLD en la cámara baja, y Lupe Núñez, vicepresidente de ese cuerpo legislativo. Ambos reconocen que la masificación peledeísta ha sacrificado la calidad partidaria.
Sánchez añora los círculos de estudios establecidos por Juan Bosch como paso previo a la militancia formal; él mismo se formó en uno de ellos.
Ahora ya no es lo mismo: “en el partido antes tú no te podías inscribir, tú podías auspiciar el ingreso al partido sobre la base de una serie de compromisos y métodos partidarios”.
El PLD tiene ya dos millones de miembros, razón por la que se torna “tedioso y difícil volver a ese partido de cuadros”.
“El partido ha crecido demasiado. Los que tenemos esa formación doctrinaria somos los que debemos velar porque se implementen las decisiones que se han tomado en los congresos del partido y que tienen mucho que ver con mantener vivos los planteamiento de don Juan. Antes queríamos cantidad, y ahora de cantidad queremos volver a la calidad, observa.
Al legislador y dirigente político no le preocupan los asomos de división interna, latentes por las corrientes que lideran el presidente de la República, Danilo Medina, y el presidente del PLD, Leonel Fernández.
Su prédica despeja esas posibilidades: “insistir en lo que nos une y prescindir de lo que nos separa es una tarea inminente de nuestra organización”.
Lupe Núñez corrobora la visión de Sánchez. Se remonta a la génesis del partido, que se “ha ido adecuando a cada uno de los momentos de la política dominicana” para conquistar el poder.
El diputado establece una relación directamente proporcional entre la cantidad y la calidad: mientras mayor sea la primera, menor es la segunda.
Sin embargo, no deja de exaltar los logros que, según él, ha hecho el oficialismo a favor de la gente.
No todos piensan como Sánchez y Núñez. En efecto, el también diputado peledeísta Rafael Méndez es crítico al respecto.
A él le parece que ya “el partido no tiene espacio para las ideas”, pues cada uno ha abrazado sus propios intereses. Su sentencia es tajante: “el PLD ha claudicado”, arrastrado por el conservadurismo que ha borrado su liberalismo prístino y fundacional.
“Es una utopía pensar que el partido puede volver a asimilar todos los valores y prédicas de ética y moral que enseñó el profesor Juan Bosch”, reflexiona.
Méndez percibe fisuras que se reflejan en todo el país. Por eso vuelve a sentenciar: “solo una ruptura salva a este partido para ver qué sale de ahí”.