Disculpen la crudeza

Disculpen la crudeza

Esta página se ha referido a casi todo desde la óptica de la carretera. Regularmente trae algo de humor, principalmente de humor ácido, humor negro, gris, blanco y de otros colores y pseudocolores. Esta página ha sido ligera, insolente, mordaz, irreverente, iconoclasta y hasta ha elogiado gente, que ya es mucho decir.

Pero esta vez nos salimos de todo y nos vamos a la crudeza de una tragedia que ha develado otras tragedias no reveladas hasta que ocurrió lo de Jimaní. Por eso nos estamos apoyando en estas fotos, documentos de lo ocurrido después de las respectivas riadas de los ríos Soleillet y Blanco.

La primera tragedia fue la ocurrida durante decenas de años, teniendo como víctimas los bosques de las elevaciones “des Commisaires”, “Mont Mexique” y “Mont La Selle”. Una tragedia que anunciaba otra tragedia posterior pero sin fecha prevista.

La segunda tragedia fue la que logró la mayor atención por su secuela de muerte y destrucción, y fue la que ocupó todos los medios durante varias semanas. Esta segunda tragedia permitió importantes beneficios a los medios de prensa, elevó a la categoría de héroes a gente que solamente ha brillado por su ineptitud, ha presentado a oportunistas como grandes luchadores y representantes de comunidades; en fin, ha eslabonado una cadena de falsedades y farsantes que de por sí constituye una tragedia más.

La tercera tragedia es la cruda evidencia de que los organismos de socorro de la República Dominicana no tienen la menor preparación para enfrentar con éxito situaciones de desastre, ni como la ocurrida en Jimaní ni como cualquiera otra de menor impacto. Eso no significa que en los organismos de socorro no haya gente con mucho deseo de asistir, colaborar, resolver problemas, salvar vidas y realizar mil y un esfuerzos de solidaridad humana. Pero no resuelve quien quiere, sino quien puede. Nadie que no sea médico cirujano puede salvar a una persona de morir de una simple apendicitis. Por mejor intencionado que esté un voluntario de un grupo de socorro éste no puede salvar a una persona con apendicitis.

Entonces tenemos otra tragedia con nuestros grupos de socorro.

[b]Las personas muertas no se apilan[/b]

Las fotos que se muestran hoy en esta página documentan la forma como se manejaron los cadáveres recogidos luego de la tragedia de Jimaní.

Sólo en las fotos de sitios como Auschwitz, Polonia, durante la ocupación alemana y la matanza de judíos, recuerdo haber visto “manejar” cadáveres como se hizo en Jimaní.

Los cadáveres de personas no se apilan como troncos o sacos de carbón. Se colocan uno junto a otro para su limpieza, cobertura, toma de señas, fotografíado, registro de dentadura y otras alternativas de identificación para su reconocimiento posterior, cosas que se hacen en el resto de países del mundo donde la memoria de seres humanos se toma en cuenta, principalmente por respeto a sus familiares vivos, pero además como paso previo para determinar las causas seguras de muerte, no importa si estas causas se presentan como obvias y sin duda alguna de la evidencias primarias.

El manejo de los cuerpos de las personas muertas, sean en accidentes de carreteras, en incendios, terremotos, maremotos, desplomes, conflictos bélicos, riadas o inundaciones o cualquier otra causa, tienen una especie de protocolo especial, triste, pero especial, por razones religiosas, culturales o cuales sean, pero tienen un proceso en el tratamiento físico que se respeta en cualquier país del mundo, menos en la República Dominicana.

[b]Una cuestión de responsabilidades[/b]

Si comenzamos a buscar responsables por lo ocurrido en Jimaní tendremos que remontarnos relativamente lejos en el tiempo, a cientos de años del presente. Pero, naturalmente, esos responsables no pueden responder ya por esos hechos.

Sin embargo, la observación de grupos humanos ocupando actualmente cañadas, lechos de río, zonas costeras y otras áreas pueden señalarnos inequívocamente quienes fueron los responsables de lo ocurrido en Jimaní, porque son los mismos que tienen en estos momentos la responsabilidad de proceder a mover esos grupos de los lugares de riesgo que ocupan.

Los responsables actuales de lo ocurrido en Jimaní, por la inobservancia de lo que podría ocurrir, son los mismos que en estos momentos deberían estar procediendo a identificar otros sitios similares en todo el país, y principalmente en las ciudades más densamente pobladas.

Por lo regular, las soluciones a estos problemas son buscadas a la sombra de lo económico, porque bajo esas sombras suelen guarecerse las intenciones de aprovecharse de las inversiones económicas necesarias, y por lo tanto se presentan oportunidades para la malversación, el dolo y el enriquecimiento ilícito.

Pero hay soluciones que para estos casos son soluciones de fuerza. La movilización de los grupos que ocupan zonas de alto riesgo o de riesgo evidente demandará de un trabajo de convencimiento, de persuación, por un lado, pero también será necesario llegar a la disuación, principalmente en aquellos casos en que esos grupos ofrezcan resistencia.

Los organismos de socorro de la República Dominicana: Defensa Civil, Cruz Roja, grupos privados de rescate y el organismo que les agrupa circunstancialmente, como es el caso del COI, deben ser examinados.

La mayoría de las personas que los componen, por no decir todos, no son personas entrenadas para casos serios como los de Jimaní, ni siquiera para casos menores que ése. Se trata la mayor de las veces de voluntarios cuyo entrenamiento es más bien emotivo, no profesional.

Al frente de Cruz Roja, Defensa Civil y el COI, tienen que haber personas con la debida profesionalidad, no representantes políticos o personas encargadas por determinados favores o porque son corchos que siempre tienen que estar flotando en las turbias aguas de la politiquería local. Al frente de esos organismos se necesitan profesionales del socorro, que sepan qué es lo que tienen que hacer en cada caso, no personas que en situaciones de emergencia se reúnen (con el pretexto de coordinar) para averiguar qué es lo que tienen que hacer, porque no lo saben.

Los mandos medios en los organismos de socorro deben estar compuestos por personal profesional del socorro, egresados de escuelas, de centros de entrenamiento, pero también con dotes de mando y capacidad para el manejo inteligente, material y sicológico de las situaciones. No pueden estar compuestos por personas que han ido ascendiendo por “antigüedad en el servicio” o porque no tienen otro sitio donde ir.

El personal de acción de los organismos de socorro debe estar formado también por egresados de escuelas de socorro, profesionalizados y equipados tanto para la especialización en el acceso a los sitios como para la asistencia directa a grupos afectados. Y luego, solamente luego, bajo el mando de estos últimos, estarán los grupos de voluntarios, los que, naturalmente, deberán recibir el debido adiestramiento.

No existe en la República Dominicana un organismo de socorro que merezca ese nombre, a menos que pensemos que la profesionalización y la capacidad se obtienen con tan solo colocarse a la sombra de símbolos como los de la Cruz Roja.

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