Diseñadora de arte ingeniosa y perfeccionista

 Diseñadora de arte ingeniosa y perfeccionista

POR ANGELA PEÑA
Su inigualable talento creativo, la extraordinaria capacidad de trabajo, el incesante estudio, un recio espíritu de sacrificio y el decidido anhelo de progreso han llevado a Amaya Taveras a posiciones relevantes en los departamentos de arte y diseño de revistas norteamericanas tan famosas como Harper’s Bazaar, Interview y Print Magazine.

En Estados Unidos ha trabajado con diseñadores reconocidos mundialmente, como el ruso Alexander Gelman, a quien ayudó en la producción de su libro Substraction; con el italiano Daniele Trussardi, actual encargado de todas las campañas publicitarias de Gap; con Tony Mohan, australiano, con Sam Shahid y sustituyó por un tiempo a la directora de arte de Interview, Francesca Richer. “Era la única diseñadora de la revista, prácticamente, cuando ella se fue me tuve que encargar yo sola, después contrataron al italiano Daniele Trussardi”.

Amaya es una inquieta e hiperactiva egresada, Magna Cum Laude, de la Escuela de Arte de Chavón que, por la excelencia de sus producciones y calificaciones, ganó una beca para especializarse en Parson’s. Ya había sido declarada Talento Nacional, por INTEC, cuando se graduó en el Colegio Babeque donde sobresalió por su admirable inteligencia y su amplia cultura, pese a sus entonces escasos años. Aunque en el país concluyó con honores el bachillerato, realizó otro en Arizona al viajar allí por un año a través del programa American Interfield Service, de intercambio entre familias estadounidenses y latinas.

“Quería aprender inglés, eso hizo que me hiciera independiente a una edad muy temprana, entonces sabía que me iba a involucrar de alguna manera con el arte”, pero no estaba segura en cuanto a la rama a escoger. “En Arizona, expresa, tomé también clases de arte y creé un pequeño portafolios. Regresé en 1995 y apliqué para estudiar bellas artes en Chavón, me encantaban las bellas artes pero la libertad que éstas ofrecen me restringía, más que darme libertad, hasta que decidí aplicar lo que aprendí, como diseñadora”. El contenido de su carpeta de diseños, pinturas, dibujos, impresionó a los artistas que la recibieron en Chavón. Estudió un año de diseño y otro de gráfico previo a su ingreso en Parson’s Shool of Design. 

En Estados Unidos

Compartía aprendizaje con el trabajo en el departamento de Cómputos de la universidad y luego fue nombrada encargada de la sección de impresión, al tiempo que acudía a grandes compañías de diseño, como pasante.  Mas tarde encontró colocación en Print Magazine, como asistente de diseño, y de ahí pasó a formar parte de Designed Machine, el pequeño estudio de Alexander Gelman.

Entonces Amaya estaba empeñada en relacionarse de cualquier modo con la especialidad que ejerce. “Si había que limpiar el aire acondicionado para ver lo que estaba haciendo un diseñador, lo limpiaba. Ayudaba los fines de semana en el laboratorio, revisaba si las máquinas funcionaban bien, no dormía, pues no tenía  los medios económicos para graduarme y debía también trabajar, no podía sentarme a esperar para poder conseguir algo, tenía que trabajar, y trabajar duro”, comenta.

La residencia de su padre, donde se hospeda en Santo Domingo, tiene las paredes llenas de sus cuadros que  pese a haber sido realizados de forma experimental, son reflejo de una gran artista del arte.  Igualmente conserva en revisteros diferentes ejemplares de los medios en que se ha desempeñado en Estados Unidos.  En el país sólo tuvo breves experiencias laborales durante dos veranos, en una serigrafía y en la publicitaria Logroño y Thompson.

Amaya es una intranquila y exigente muchacha de fisonomía eminentemente caribeña, aunque en el tono de su voz conserva un poco del acento español pues nació en Valladolid, España, donde vivió hasta los diez años de edad, hija de padres dominicanos: Rafael Taveras Reyes y Patricia Herrera, ambos de Valverde, Mao. Nació el ocho de noviembre de 1976, pero dice con orgullo que tiene nacionalidad y cédula dominicanas.

Interview y Bazaar

“Antes de graduarme de Parson’s había aplicado para Interview, una revista de los años 60, fundada por Andy Warhol, un pintor muy famoso, creador del llamado ‘pop art’. Me dijeron que sí, pero que ellos no pagaban, les dije: pues nos vemos, pero a la semana me llamaron y me ofrecieron la posición de diseñadora, y un día después de la graduación ya estaba trabajando”. Tenía bajo su dirección a un considerable número de internos que le servían de asistentes escaneando imágenes, haciendo páginas, auxiliando a los editores para crear historias, escogiendo fotografías, ilustrando proyectos, navegando en  páginas web…  “El diseño no es sólo poner una fotografía y un texto, lo importante es poder recortar una página, colocarla en la pared y saber de qué revista vino”, expresa Amaya.

De hablar rápido y palabra precisa, práctica, aparentemente sencilla pero crítica, es ingeniosa, perfeccionista y casi inagotable.  En octubre del año pasado aceptó la oferta de diseñadora de arte que le hizo Bazaar porque consideró que ya era tiempo de moverse en busca de lograr sus ideales y escalar posiciones más altas. “Trabajo lo más que puedo para llegar a la meta. Bazaar siempre me atrajo, fue la primera revista de modas en Estados Unidos, fundada a finales de 1800. Ha sido la casa de fotógrafos famosísimos y editores de modas. Es femenina y no sólo es árbitro de lo que se lleva sino de todo lo que va a ser nuevo, es para un público de entre veinticinco y cuarenta y cinco años, de alta costura y belleza”, explica.

Y añade: “Llegué, me entrevisté con el director creativo, Steven Gan, filipino, que fundó las revistas Visonaire y V.  Bazaar tiene una circulación mucho más alta, no es tan rígida en el diseño. De ella me atrae la tradición, he aprendido de la historia de esta revista”.

Es la única dominicana en esa prestigiosa publicación pero desearía que hubiera otros en esa o en publicaciones similares. “La nacionalidad no debe ser un impedimento para lograr lo que uno quiere hacer”, significa.

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