Diseño de una nueva arquitectura financiera internacional

Diseño de una nueva arquitectura financiera internacional

En la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, celebrada en Brasil en el 2008, y la más reciente por la unidad regional que tuvo lugar el pasado febrero en México, los lideres de la región se han pronunciado por la urgencia de incentivar el diseño de una nueva Arquitectura Financiera Internacional que sea capaz de aportar todo aquello que la crisis, cuyos efectos aún se sienten, demostró que hacía falta transparencia, estabilidad, regulación y control, y la imprescindible supervisión que garantice que se actúe, además, con principios éticos.

El Sistema Económico Latinoamericano – SELA – tomó rápidamente la iniciativa y acaba de celebrar un seminario donde se analizaron tanto los efectos regionales de la crisis como la necesidad de marchar hacia delante a la luz de iniciativas propias. La región, en el proceso de remodelación en que se encuentra inmersa, no puede quedarse cruzada de brazos ante el hecho cierto de la vulnerabilidad que padece a los terremotos económicos mundiales. En el 2009 la crisis provocó un crecimiento negativo regional del 2% después de haber registrado un crecimiento del 5% promedio anual entre el 2003 y el 2008, lo cual contribuyó a un crecimiento de la pobreza del 10 % a pesar de que se habían registrado algunos avances alentadores.

En los últimos 40 años – se señaló en el seminario – la América Latina y el Caribe ha sido el escenario de un tercio de las 124 crisis bancarias, las 208 crisis monetarias y las 63 crisis de la deuda externa que han azotado el mundo.

 El SELA propone que al nivel de la ONU se cree una Comisión de Coordinación Económica Mundial que contribuya a que la región pueda desarrollar su propia estrategia centrada en un esquema con tres componentes esenciales: un Banco de Desarrollo Regional, la constitución de un Fondo Regional de Contingencia y la conformación de un Espacio Monetario Regional que vaya entretejiendo la adopción de una Moneda Única.

Ello supone reformular las instituciones globales financieras como el FMI y el Banco Mundial de modo que se pueda contar con un sistema financiero que realmente se oriente a la producción y no a la especulación, que garantice la estabilidad y sea verdaderamente transparente y democrático.

La región pretende actuar sobre la base de acciones en tres pivotes: lo nacional, proveyendo liquidez, estimulando los mercados internos y programas sectoriales y sociales que atenúen la pobreza; en lo multilateral incentivando la idea de crear nuevos mecanismos financieros remodelando los actuales y, en lo regional, profundizar los esfuerzos de integración y cooperación. Ese es el único camino y no otro.  

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