Diseño y manejo estratégico de la campaña electoral

Diseño y manejo estratégico de la campaña electoral

Silvia Soto Fernández

I

La palabra campaña, se deriva del término militar francés campagne, que significa campo abierto, y fue utilizado en una primera etapa para determinar el tiempo en que un pelotón podía mantenerse en el campo de batalla, y en una segunda para referirse a una confrontación bélica. Posteriormente fue utilizado para referirse a las secciones legislativas, pero luego el concepto abarcó el proceso de selección de los legisladores y los funcionarios públicos.

El primer referente de campañas electorales en la política moderna lo encontramos según la autora Judith Butle, en la desarrollada por el primer ministro británico William Gladstone entre 1876 y los 1880. Esta campaña fue también conocida como la Campaña de Midlothian, en referencia a la ciudad escocesa, y se caracterizó por el uso de extensos discursos de más de 5 horas algunos, sobre la política exterior de Gran Bretaña.

En cuanto a la definición de Campaña Electoral, encontramos su antecedente histórico en 1944, en la obra de Lazarsfeld, Berelson y Gaudet, los cuales la definieron como: el proceso de planificar y ejecutar actividades con la intención de ganar votos. Desde una perspectiva más reciente en 1987 el especialista Chistopher Arterton le introduce un elemento comunicacional al describirla como el esfuerzo encaminados a dirigir mensajes persuasivos a una gran número de electores, con la finalidad de lograr la mayor cantidad de votos a su favor.

Continuando con el enfoque comunicacional, Carlos Fara la define como “una gran batalla de comunicación en la que fundamentalmente se trata de construir una diferencia a nuestro favor en la percepción del electorado, colocar los temas que le sean convenientes al candidato y trasladarlos a los escenarios y estilo más ventajosos.

En cuanto a la función de las campañas el autor Thiery Saussez señala que esta consiste en reforzar las convicciones de los partidarios, convencer al “elector frágil” o “votante indeciso” con predisposición a beneficiar a nuestro candidato, transformar en electores frágiles a los votantes que están predispuestos a votar por otro y seducir a los indecisos.

Por su lado, María José Canel, clasifica a los votantes en: fieles, adquiridos, frágiles, potenciales y lejanos. Los tres primeros se considerarían “votantes propios” del candidato, estará compuesto por militantes, simpatizantes, y seguidores, mientras que los dos últimos tipos “no votantes o votantes ajenos”, no. De ahí que los adquiridos frágiles y potenciales deberán ser el primer blanco en los que deben dirigirse los esfuerzos comunicacionales de la campaña.

Modelos de Campañas Electorales:

Existen diferentes tipos de modelos de campaña, pero se pueden señalar como los principales:

El Modelo Dinosaurio, se trata de un estilo anacrónico y desfasado, ya que posiciona al candidato como el centro de la campaña. Bajo este esquema el mismo solo se limita a realizar grandes recorridos y desplazamientos, haciendo énfasis en el contacto directo con el votante y a presentarse en los medios de comunicación de preferencia tradicionales. Este esquema también se caracteriza por una falta de planificación, falta de estrategia e improvisación, y no valora la importancia de un equipo con un perfil profesional, dejando tareas tan fundamentales como la comunicación a alguien sin la debida calificación.

El Modelo Tecnocrático, centra su estrategia en el uso de los mensajes, se hace énfasis en su calidad técnica, tendiendo a ser estos muy estructurados. Bajo este esquema la publicidad es diseñada por profesionales y se enfatiza en la estética de la presentación del candidato, el uso de recursos de comunicación y propaganda de alta calidad, cuidando mucho el nivel de los comunicadores, la escenografía en la televisión etc. Los diseños publicitarios de este modelo suelen ser muy artísticos, elegantes y light.

En el Modelo Gurú, el protagonista lo constituye el Consultor Político, el cual encarna a un experto cuya estrategia aplica de manera constante y uniforme en las diferentes campañas. Bajo este sistema los perfiles de los candidatos terminan pareciéndose a él, además el Gurú siente un interés especial por aparecer en los medios de comunicación, llamar la atención y ser el centro del espectáculo.

Finalmente el Modelo Elector, como su nombre lo indica se centra en el elector, ya no se trata ni del propio candidato ni de los exquisitos mensajes, ni de los dotes excepcionales del Gurú, sino del ciudadano el cual es analizado minuciosamente recurriéndose a los principios del “Neuromarketink Político”, para apelar a sus más íntimos sentimientos, emociones y anhelos.

Este último modelo es el que resulta más efectivo si se quieren obtener los resultados esperados en un proceso electoral, y para lograr una campaña exitosa. Claro que este modelo toma elementos de los demas.

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