Disidencia en el PLD

Disidencia en el PLD

La disidencia es un fenómeno que empezó a producirse en el PLD y en el PRSC desde los fallecimientos de sus dos líderes superhistóricos, los ex-presidentes Juan Bosch y Joaquín Balaguer, respectivamente.

No así en el PRD donde siempre el desorden y la olla de grillos fue la conducta y el desiderátum desagradable y engreñado aún con el liderazgo disputado al líder de los blancos y los negros, doctor José Francisco Peña Gómez, digno de mayor respeto y consideración dentro y fuera del PRD.

Ahora se advierte una clara disidencia respondona en el PLD, orquestado por el danilismo insepulto, que agachó el dorso como los arrozales se inclinan para filtrar al viento, pero que está ahí, latente, nutriéndose de las flaquezas y los disgustos que todo accionar gubernativo entraña.

Apostando al desgaste y los yerros para crecer, arracimar clientelismo, y disputar, en base al trabajo político, las sinecuras electivas en las elecciones intermedias de 2010, y con sus resultados positivos, entonces envalentonarse, y arropar la geografía nacional con un vozarrón proclamando la tendencia presidencial del hijo pródigo de Arroyo Cano.

Todo eso puede ser posible, pero una cosa piense y planea el danilismo palpitante, con el señorío de su figura máxima desplazándose por todo el territorio nacional, auscultando las pulsaciones de los peledeístas a quien el pastel no ha tocado ni una granjea, y otra, muy diferente, quien reparte el pastel.

En el Cibao, que muchos afirman es la tierra de Papá Dios, dicen desde muchísimo tiempo, que una cosa intuye el burro y otra quien lo apareja, y que “hasta la hora del entierro, nadie sabe quién es el muerto”.

Manejar la disidencia, en tiempos en que los cosmos se globalizan, no solo la economía, es de sabios. Tolerarla también, pero mucho más, superarla; ahí estriba la máxima sabiduría humana y política. ¿Comprende? como decía Juan Bosch.

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