Disipemos temores

Disipemos temores

La justificada preocupación causada a amplios sectores del país porque la  Junta Central Electoral (JCE) se había demorado mucho tiempo en dar a conocer la lista de candidatos a cargos congresuales y municipales, ha quedado disipada.

El tribunal de elecciones, que no tenía modo de justificar su tardanza, entregó ayer la nómina de candidatos para las elecciones a celebrarse el 16 de mayo, es decir, dentro de diecinueve días.

Un país que está sometido a una campaña electoral de mucho ruido y poca sustancia, durante la cual la estruendosa «discolight» ha reemplazado el discurso y la arenga, lo menos que merece es conocer de manera oficial quiénes son sus candidatos.

La JCE no emitió en ningún momento una declaración que justificara su tardanza en este proceso. Es evidente que su posición no estaba avalada por los partidos políticos, con los cuales suele «consensuar» sus decisiones, pues las tres principales organizaciones estuvieron en primera fila entre las entidades que reclamaban la divulgación de la lista de candidatos.

También preocupaba la tardanza en la impresión de las complejas boletas, a pesar de que falta poco tiempo para el día de las elecciones.

El haber disipado las preocupaciones, con la entrega de la lista de candidatos, ha sido un gran paso de la Junta para distensión del ambiente electoral.

 -II-

En este tramo de la organización del proceso electoral conviene eliminar todos los factores de sobresalto y preocupación, y acogerse a los plazos que estipula la Ley Electoral.

Es la mejor manera de concurrir a unas elecciones cuyos resultados no dejen dudas, ni se aleguen violaciones a procedimientos que justifiquen impugnaciones y otros ejercicios.

Una vez entregada la lista de los candidatos, queda definida la impresión de las boletas en las que deben aparecer todos los aspirantes inscritos por los partidos y reconocidos por la Junta.

La definición de este aspecto también permite a los propios partidos orientar sus campañas para promover los prospectos oficialmente validados por la Junta.

Las elecciones del 16 de mayo son un paso crucial en esta etapa de nuestra democracia.

Sus resultados pueden ser muy influyentes en la vida de algunos de los partidos tradicionales, aparte de que podrían aportar una correlación de fuerzas más equilibrada en el Congreso y los gobiernos municipales.

El país superó hace mucho tiempo la época de los sobresaltos en los procesos electorales y ha desaparecido el fantasma del fraude, que tanto daño hizo y que tanto desacreditó el papel de las organizaciones políticas y de la propia Junta.

Así pues que, despejados los temores en cuanto a la lista de votantes, el proceso electoral entra en un período de distensión que deberá conducirnos a unas elecciones diáfanas, como todos aspiramos.

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