Disminuyen clientes mercado de pulgas

Disminuyen clientes mercado de pulgas

POR MARIEN A. CAPITAN
A pesar de que ofrecen productos de segunda mano a precios de ganga, los vendedores del Mercado de Pulgas han visto menguar el flujo de clientes hacia el elevado de la avenida Luperón donde se puede encontrar prácticamente de todo.

La novedad en este gran mercado informal es, quizás, la gran proliferación de vendedores de películas de DVD y CD. Aunque algunos aseguran que no son copias pirateadas, la veracidad de su afirmación se pone en duda cuando se escuchan los precios: desde RD$40 las películas, desde RD$30 los discos compactos de música y desde RD$50 los juegos de “Playstation”.

Cada puesto de venta es distinto al otro. Cual si se hablara en un idioma particular, los mercaderes tienen sus señas y su forma particular de ofrecer al potencial comprador unos títulos que suelen repetirse bastante. Actualizados, allí se vende lo que más se esté consumiendo en el momento.

En cuanto a la música, la bachata compite francamente con un merengue y una salsa que intentan no darle ninguna tregua. Ahora bien, si se trata de la música que se escucha, la canción del momento es “Za Za Za, La Mesa Que Más Aplauda” un tema de la agrupación mexicana Clímax que ya se ha pegado en gran parte de América Latina.

Buscando títulos, desechando artistas y apreciando que no todos los CD’s son pirateados puesto que los “cidiseros” también venden la versión económica que lanzan las disqueras y se consiguen en RD$100, cualquiera puede encontrarse con sorpresas tales como la que tiene el disco de los “Merengues plebes”: en su carátula se puede ver a una mujer con el sexo al descubierto. Esta imagen, por supuesto, está muy a la vista del que pase frente al tarantín.

Pero la gran sorpresa no viene de la mano de la música sino de los juegos de consola: el Nintendo, aquel aparato que salió al mercado a mediados de los 80’s e hizo populares los nombres de Mario y Luigi, todavía sobrevive a pesar del “Playstation”.

Estos Nintendos, de la más vieja era pues los hay completamente modernos, se venden en Las Pulgas como si se tratara de un trasto de hoy. La diferencia entre estos y los de hoy es que las cintas son tan originales cono viejas.

Así, una mezcla de lo antiguo con lo moderno, son también las blusas, los pantalones, camisas, poloshirts, sacos y hasta ropa interior que se venden a precios realmente irrisorios. Por ejemplo, una blusa o un panty puede costar hasta diez pesos.

Los precios regulares de la ropa, sin embargo, van desde los cien pesos en adelante. Los pantalones de vestir y los sacos de los hombres son, quizás los más caros: van desde los RD$200. Tampoco son tan baratas las corrreas que, aunque de piel sintética, se venden desde RD$225 y RD$350.

 Los zapatos, llegados desde Estados Unidos, Italia o por la misma frontera desde Haití, suelen ser lo más caro de todo lo que se vende aquí pues van desde los RD$500. En caso de que sean usados, por supuesto, serán más baratos: RD$100.

Independientemente de que se pueda encontrar con una muñeca de trapo a RD$30, con unos jeans copiando a Ralph Lauren a RD$300 o con camisetas desde RD$100, en este lugar se descubren muchas cosas a través de los vendedores.

El valor de la paz, o de la tranquilidad, se reconoce en las palabras de Violeta Mateo, una haitiana que ahora vende ropa interior porque se marchó de su país hace siete años cuando se cansó de los eternos pleitos y rencillas que se viven en la otra mitad de la isla. En Marina Avila, reeducada de Hogares Crea y vendedora de accesorios, se descubre el poder de la fuerza de voluntad y del deseo de dejar las cosas malas atrás.

Dejando de lado a la gente, hay otros artículos que pueden encontrarse en Las Pulgas: almohadas, edredones, audífonos, focos, despertadores, calculadoras, teléfonos tan antiguos que podrían ser infuncionales, soldadores, planchas, candados, tubos viejos de cortinas, estuches para celulares, radios, controles de televisores… hay de todo para entretenerse.

El único problema de estas pulgas es el parqueo. Caotizando el final la avenida Luperón, la gente se parquea desde la entrada del elevado hasta la misma puerta de los moteles. Por el lado de la autopista 30 de mayo es aún peor: como los vendedores de pacas de ropa y zapatos se ubican del lado del mar, los choferes de camiones y guaguas se parquean a todo lo largo de la autopista. ¿El resultado? Queda poco espacio para cruzar, lo que se traduce en espaciados tapones.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas