BAGDAD (AFP).- Disparos al aire y bocinas de automóviles se escucharon este domingo en la capital iraquí y en otras ciudades tras el anuncio de la captura del ex presidente Saddam Hussein en su ciudad natal de Tikrit, pudieron comprobar los corresponsales de la AFP.

«Lo hemos agarrado», había anunciado minutos antes el administrador civil estadounidense Paul Bremer en una rueda de prensa.

«El tirano está preso», añadió Bremer. Saddam Hussein fue capturado sin oponer resistencia a las 20H00 local del sábado por una fuerza de 600 hombres en un sótano de una finca cerca de la ciudad de Al Daur, en el sur de Tikrit, precisó el general Ricardo Sánchez, comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak.

En la capital fueron disparadas armas de todos los calibres y la alegría se leía en el rostro de la gente al enterarse de la sorprendente noticia.

En la plaza Ferdus, una de las más céntricas, los habitantes arrojaban los viejos billetes con el rostro del ex dictador.

«No es posible, debe ser un sosías suyo», indicó incrédulo Taher, un chofer de taxi. Desde hacía ocho meses los soldados norteamericanos lo buscaban sin cesar.

En la ciudad santa chiíta de Najaf, los habitantes, reprimidos durante mucho tiempo, dejaron escapar su alegría. Muchos bailaban en las calles mientras que otros se aglutinaban ante los cafés que poseían televisiones con canales por satélite para escuchar las noticias.

En Baaquba, al noreste de Bagdad, donde con frecuencia se producen ataques antinorteamericanos, también se escucharon disparos al aire, mientras que muchas personas bailaban.

En Kirkuk, el gobernador Abdel Rahman Mostafa Zangana, su adjunto Ismaïl Ahmad al Hadidi, y el jefe de la policía, bailaban en la calle con soldados norteamericanos. Otros sacrificaban corderos. Toda la ciudad expresó su alegría.

Por el contrario en Tikrit no había muchos signos de alegría y las calles estaban en calma.

El gobernador Hussein Jassem Gebara afirmó a la AFP: «me disgusta mucho que hayan sido las fuerzas extranjeras las que lo capturaron porque habría preferido que fuese la policía iraquí la que lo detuviera».

Jahida Mohammad, de 45 años, madre de ocho niños, estaba incrédula aún. «Si anuncian que lo agarraron podría creerlo».

En Hawija, cerca de Kirkuk, y en la ciudad rebelde sunita de Faluja reinaban la calma y la tristeza.

bur.jo.nz

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AFP

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