Disputa “Verde” trae problemas a inversionistas en plantas de Uruguay

Disputa “Verde” trae problemas a inversionistas en plantas de Uruguay

Es una escena de pesadilla para cualquier negocio: después de hacer una inversión enorme en un país extranjero, su proyecto se convierte en el blanco de ambientalistas y en el centro de una disputa internacional. Asustado por la controversia, el banco que financia el proyecto se aparta.

Para Botnia, de Finlandia y ENCE, de España, la pesadilla se ha vuelto realidad.

Ambas compañías están construyendo plantas de pulpa en Uruguay -la de Botnia, representa la mayor inversión industrial de Finlandia en el extranjero, mientras que la planta más pequeña de ENCE sería la mayor inversión extranjera en la historia de Uruguay.

Sin embargo, los vecinos argentinos de Uruguay no se siente felices con la inversión. A lo largo del río Uruguay que divide ambos países, y en cuyas riberas se están construyendo las plantas, hay un sentimiento fuerte de que la contaminación afectará el turismo local y la agricultura. Su causa fue trasladada por el gobierno a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, donde se iniciaron los procedimientos la semana pasada.

“Nadie esperaba una reacción tan negativa. En general, inversiones como estas son bien acogidas”, dijo Ronald Beare, quien dirige las operaciones de Botnia en Uruguay, al referirse a la respuesta de Argentina. “Esta situación es completamente insólita”.

Acciones directas por parte de loa activistas pro- medio ambiente y la presión del gobierno argentina le han vuelto la vida suficientemente incómoda a Botnia, pero la atención masiva que ha generado el furor ha tenido, aparentemente, otros efectos colaterales no deseables: la retirada del acuerdo en abril del grupo bancario holandés ING, que estaba coordinando un préstamo conjunto por cerca del 40% de los US$1,2 millardos del proyecto.

“A ING no le gustó la publicidad negativa que rodea al proyecto y a nadie le gusta”, dice Ville Jakonsalo, director de finanzas de Botnia. “Es importante para los bancos que participan que conozcan la industria y que puedan diferenciar los hechos de las tonterías y las mentiras descaradas de algunos de los opositores en este caso. Quizás ING no fue capaz de hacerlo”.

El Grupo ING declinó comentar, aparte de declarar que la decisión no se basó en una verificación del cumplimiento del proyecto con los “equator principles”, que promueven inversiones social y ambientalmente responsables y cuyas guías ING ha adoptado.

Sin embargo, Daniel Taillant, de CEDHA, un grupo de presión ecologista argentino, dice que está claro que la decisión fue motivada por preocupaciones por su imagen como inversionista responsable además de los riesgos generados por el conflicto entre los gobiernos de Argentina y Uruguay. “Ellos jamás podrían decir eso públicamente, porque quedarían expuestos a demandas por parte de Botnia”, dice.

El papel de ING ha sido asumido por el banco de inversiones de Francia Calyon, que también está adherido a los mismos principios. Un vocero de Caylon dijo que no participaría en el proyecto si un estudio que está realizando la International Finance Corporation -la rama del sector privado del Banco Mundial que está considerando contribuir con US$170 millones- concluye que las fábricas de pulpa no cumplen las normas ambientales internacionales.

 “Estamos ciento por ciento seguros de que no hay nada que pudiera hacer que el IFC se retirara, a menos si se trata de razones políticas”, dice el señor Jakonsalo, quien expresa que la planta emplea la tecnología más moderna y limpia disponible.

 “La planta se va a construir con o sin el IFC. Preferiríamos tenerlos abordo, pero tenemos planes de contingencia; no vamos a cargar con ese tipo de riesgo financiero”.

Las complicaciones políticas a las que alude el señor Jakonsalo por el momento no muestran señales de mejorar. El mes pasado, Néstor Kierchner, el presidente de Argentina, y su gabinete completo reunieron unos 100,000 manifestantes en lo que se dice es la demostración pro-medio ambiente de la historia.

“En muchas ocasiones nos tropezamos proyectos que tienen un impacto ambiental […] La diferencia aquí es que existe una disputa entre dos países”, dijo Dimitris Tsitsiragos, el director general de IFC para servicios y manufactura, quien dice que la decisión sobre si se financia o no a Botnia no se ha tomado todavía.

“Sería un suicidio para el Banco Mundial darle un préstamo a estas compañías con un conflicto internacional en marcha”, dice el señor Taillant.

Hasta ahora, las negociaciones han sido exasperantemente impredecibles. Hasta que se arreglen las diferencias entre Argentina y Uruguay, el IFC estará en ascuas. Si sale por fin del acuerdo, es poco probable que Calyon sea el único banco que siga sus pasos. “Es una prueba para el futuro de inversiones responsables”, dice el señor Taillant.

VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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