Gaza. La población de Gaza se lanza estos días a cientos al de Marzo y a la oscuridad de la noche en busca de una pequeña brisa con la que escapar de la sofocante ola de calor que sacude la región, que coincide con una grave crisis que ha dejado a muchos sin electricidad durante 20 horas al día.
“Apenas tenemos cuatro horas de electricidad por día y durante la ola de calor hemos estado hasta 18 horas al día sin luz”, se lamenta sudando el residente de Gaza capital Sari Abú Ghalyun, de 25 años.
Como muchos otros, Ghalyun culpa de los cortes eléctricos a las disputas entre el movimiento islamista Hamás, que gobierna en la franja, y el nacionalista Fatah, que controla la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y gobierna en Cisjordania y encabeza el presidente palestino, Mahmud Abás.
“Por culpa de sus peleas la gente de Gaza está pagando un precio muy alto y el sufrimiento crece”, denuncia.
Según la Corporación de Energía de Gaza (CEG), la franja necesita 320 megavatios de electricidad al día, pero la única central eléctrica produce tan solo 65, a los que se suman 120 que se compran a Israel y otros 22 procedentes de Egipto, lo que deja al enclave costero con el 40 por ciento de sus necesidades sin cubrir.
Los cortes empezaron en junio de 2006, cuando la aviación israelí bombardeó la planta eléctrica de Gaza en represalia por la captura del soldado Guilad Shalit, que permaneció cinco años cautivo en la franja. La crisis eléctrica empeoró después de que Hamás tomase por la fuerza el control del territorio en 2007, tras ganar las elecciones del año anterior y fracasar el gobierno de unidad establecido con Fatah.
Desde entonces, Israel considera a Gaza una “entidad hostil”, por lo que impuso un severo embargo que impide la entrada y salida libre de personas y productos, incluido el combustible.
Los desacuerdos entre Fatah y Hamás han agravado la situación hasta llegar a un extremo, el pasado 20 de julio, cuando la CEG apagó cuatro turbinas de la planta eléctrica por falta de combustible. Días después llegó la ola de calor que llevó a la región a temperaturas insoportables, a las que la gran mayoría de gazatíes han tenido que hacer frente sin neveras ni, por supuesto, aire acondicionado.
Ese día expiró un acuerdo de cuatro meses entre la Autoridad Palestina y Hamás para proveer a Gaza con combustible comprado en Israel, que abona Hamás a través de los impuestos y tarifas eléctricas que cobra a los 1,8 millones de habitantes del enclave.
La ANP se hacía cargo del 40 por ciento de impuestos que Israel aplica al combustible, pero ahora esta se niega a seguir haciéndolo y Hamás asegura que no puede hacer frente a ese coste.
Antes de que expirase el acuerdo, las viviendas disfrutaban de 16 horas de electricidad al día, con cortes largos de alrededor de 8 horas. Pero la falta de acuerdo entre el gobierno de Gaza y la ANP supuso un aumento de los cortes un 25 por ciento y dejó reducido el suministro en doce horas al día.
La ola de calor trajo temperaturas de 47 grados centígrados, que solo se reducían por la noche a 40, lo que llevó a un aumento del consumo que provocó fallos técnicos a finales de julio en dos de las cuatro secciones de la planta eléctrica en funcionamiento, lo que redujo a cuatro horas el suministro a los hogares.
La grave situación ha reducido a mínimos la actividad en la franja, dejando sus calles a oscuras en la noche y sin semáforos, lo que ha empeorado el ya caótico tráfico.
En los barrios más poblados, los vecinos toman la calle al caer la noche para escapar del insoportable calor del interior y, los que pueden, van a las playas para disfrutar de un poco de brisa del mar.
Los que no pueden permitirse comprar generadores eléctricos hacen curiosos apaños para cargar los móviles o tener luz con las baterías de las motocicletas. Al caer la noche, los comercios cierran sus puertas para no tener que afrontar el coste de luz.
Los hospitales y centros de salud de emergencia tienen electricidad 24 horas al día gracias a generadores eléctricos que funcionan con combustible donado por la Unión Europea y la ONU y, algunos, disfrutan de energía solar instalada por ONGs.
“No podemos permitirnos comprar combustible de Israel con esos impuestos”, señaló a Efe Ahmed Abú Alamrien, director de información de la CEG. “La miseria y la tortura de la población de Gaza es ilegal e inaceptable”, escribió en su página de Facebook el activista de derechos humanos Mustafá Ibrahim.
Más irónico fue el periodista Mohamed Goga, que aseguró- “Gaza tiene todas las corrientes- la corriente islámica, la corriente secular, la corriente comunista, pero no tenemos corriente eléctrica».
El portavoz de Hamás en Gaza, Fawzi Barhum, acusa a la ANP de los cortes eléctricos, “un acto inhumano y un gran pecado que está agravando el sufrimiento de la gente».