Distensión

Distensión

Se aproxima la fecha de las elecciones presidenciales del 16 de mayo, pero algunos sectores persisten en sus esfuerzos por cargar de tensiones y temores el ambiente del país, con intenciones que no pueden ser las más sanas.

Hace poco el delegado de uno de los partidos llegó al extremo de advertir la posibilidad de que la Junta Central Electoral pudiese ser blanco de un atentado el mismo día de las elecciones.

Por suerte, las autoridades del tribunal electoral han tomado con pinzas de cirujano esta advertencia, considerándola perturbadora, aunque la han aprovechado para reforzar la seguridad y la vigilancia.

Entre enero y febrero de esta año quedó resuelta, mediante consenso con los partidos políticos, la reestructuración de las juntas municipales electorales. Llama la atención el hecho de que, faltando diecinueve días para las elecciones presidenciales, uno de los partidos participantes en ese consenso aparece impugnando la composición de unas diez de esas juntas.

Todo esto, sumado a las diatribas y un alto grado de intolerancia que han caracterizado la actual campaña electoral, con balances de luto y dolor, ha ido llenando de tensiones innecesarias un ambiente que debería ser de tranquilidad y distensión, toda vez que se trata de un ejercicio democrático en el que ya tenemos experiencia y que está pautado en las normas jurídicas que nos rigen como nación.

[b]II[/b]

Lo aconsejable es que los días que faltan para que los dominicanos en aptitud de votar ejerzan el voto se distingan por la tranquilidad y porque los contendores eliminen el lenguaje hiriente y mejoren la calidad del discurso.

Las tensiones no son más que el fruto de la diatriba repetida, del discurso vacío o sobrecargado de imputaciones e insultos. Es el resultado de que los problemas sociales y económicos que afectan a la población no han sido debatidos durante la campaña y los partidos y sus candidatos no han expuesto las soluciones que aplicarían de llegar al poder.

Los dominicanos necesitan llegar sosegados y calmados al 16 de mayo para decidir en las urnas en manos de quién será puesto el destino del país en el próximo cuatrenio y en ello deben contribuir los partidos políticos. Lo primero sería que desistan del debate estéril, de los insultos, del mensaje fofo, de la intolerancia que provoca violencia sangrienta, de las denuncias tremendistas, sin evidencias ni pruebas, y que se evite la práctica de incidentar la marcha del proceso con procedimientos que parecerían ser el ejercicio de un derecho, pero que en su trasfondo tienen propósitos perturbadores, pues distraen a la Junta Central Electoral en la etapa más delicada de la organización de los comicios.

Definitivamente, hay que permitir que la Junta, que tiene una gran responsabilidad, pueda hacer los ajustes necesarios para que las cosas marchen de la mejor manera el 16 de mayo. Y a los electores, que puedan acudir a ejercer un voto consciente, en un ambiente libre de tensiones.

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