Estamos consientes de que estas serán unas navidades muy diferentes en todo el mundo, pero que a pesar de las circunstancias, no deja de ser un tiempo especial. Sin embargo, como bien han señalado los expertos, debemos estar claros que nuestra forma de celebrar esta época tiene todo lo que la covid-19 necesita para expandirse y hacer daño.
Personas que vuelven a sus hogares desde sitios con tasas de transmisión diferentes. La mayoría sanos. Pero también muchos presintomáticos, asintomáticos o paucisintomáticos.
Visitas a los amigos y familiares, aglomeraciones en las calles comerciales, en sus tiendas, en sus bares. Encuentros. Cercanía.
Pero pensar en estas atípicas navidades es ya, sin duda, muy desalentador para muchos y si a eso le agregamos el tener que cohibirnos de los clanes familiares amplios reuniendo a tres generaciones en la misma mesa como nos suele gustar ver, en lugares que ya no podemos asumir como casas, sino como espacios cerrados y limitándonos a hablar en voz baja sin poder hacernos oír entre las voces amigas, sin risas ni carcajadas, ni canciones, ni comida ni bebidas sin mascarillas, sin desinhibición, ni distancias reducidas, sí, lo sé, es mucho con demasiado.
Peeeero, quitémonos el chip ese de que “no nos va a pasar a nosotros”. Debería ser nuestro compromiso asumirlo con responsabilidad, porque en esta Navidad el mejor regalo es protegernos y proteger a los demás.
Por eso, es necesario que, a pesar de todo, veamos el lado bueno de esta situación, y pensemos a lo grande. Evidentemente, estamos formando parte de la solución y no del problema. Este año nos toca celebrar en reuniones más pequeñas.
Claro está, hay reuniones familiares inevitables, porque en muchos casos tenemos familias que han tenido pérdidas este año, y estos encuentros pudieran resultar hasta terapéuticos. Estas uniones familiares permiten llorar a los ausentes y celebrar a los presentes.
“La tristeza con esperanza es mucho menos triste que en soledad. Los humanos no somos virus. Adoptamos comportamientos y conductas y, entre ellas, las más ancestrales son para protegernos, proteger a nuestro clan familiar y proteger a nuestra tribu”.
A pesar de las limitaciones, recordemos siempre que cada uno de nosotros sigue siendo libre de decidir qué navidades va a pasar y cómo las va a vivir, porque en realidad, la actitud con la que afrontemos estas atípicas navidades lo será prácticamente todo, y está en nosotros decidir con qué pie entraremos en este período navideño, si recordándonos lo difícil y malo que podrían ser estas navidades sin poder lograr lo que siempre acostumbramos hacer para estas fechas, o si lo contemplaremos desde esta otra perspectiva como unas navidades diferentes, distintas a otras, pero que podrían ser igual de entrañables que otras.
Así que, relativicemos las cosas, le hará mucho bien a nuestra paz interior. Les invito a una Navidad más introspectiva, más amorosa, en paz y armonía para que así podamos proyectar un año 2021 espectacular en el que podamos ver realizado nuestros más grandes anhelos.
la autora es psicóloga clínica