Distintas maneras

Distintas maneras

RAFAEL TORIBIO
Todos caminamos por la vida disfrutando, padeciendo, o simplemente sobrellevando las consecuencias de nuestras decisiones, aún cuando pretendidamente no hayamos querido tomarlas. No decidir es una forma de haber decidido. Si no queremos tomar una decisión frente a una situación lo que realmente hemos hecho es haber decidido no enfrentarla y tratar de resolverla, que es una decisión.

Es más, a veces no tomar una decisión es permitir que otros la tomen por nosotros, que es también otra forma de decidir. Posponer indefinidamente, o esperar demasiado tiempo para hacerlo, es otra manera de decidir, que es, además, la forma más frecuente de permitir que decidan por nosotros.

Claro, lo más conveniente, y también responsable, es decidir por uno mismo, de forma activa, y no permitir que las decisiones que debemos tomar sean tomadas por otros, o que sean los acontecimientos los que se impongan.

En la esfera de la política se pueden apreciar diferentes decisiones que distintos autores toman frente al poder y que son presentadas con diversas justificaciones. Algunos hace ya mucho tiempo que tomaron la decisión de pertenecer y colaborar, de manera permanente, con quien detente el poder del Estado desde el gobierno. Para poder permanecer, al final de cada gobierno comienza su aproximación y traslado hacia el que viene, para así lograr ser aceptado por el que llega, ofreciendo los mismos servicios que prestó al que sale, y que como en los períodos anteriores, piensa que también en el nuevo les serán comprados. Supermanencia, después de haber servido al que sale, es porque el que llega valora y como necesarios esos servicios. Por eso decía Facundo Cabral que “la culpa no es del cerdo, sino del que lo alimenta”. Todos conocemos personas que entran en esta categoría.

Otros decidieron formar parte de los sectores hegemónicos a través de su actividad política partidaria mediante la candidatura que le conduzca a un cargo electivo, o un puesto en la administración pública por la decisión de quienes fueron electos para administrar el Estado. Los hay que han permanecido fieles a un partido, asumiendo el riesgo de lograr su propósito por sólo cuatro años ante la posibilidad de que su partido sea desplazado del poder. La reelección es una posibilidad de permanencia, pero siempre lo intentará bajo una misma bandera partidaria. Quienes optaron por llegar y permanecer en el poder mediante su designación en un puesto de la administración pública a veces tiene que estar dispuesto a aceptar, o buscar, a cualquier partido que se lo ofrezca. Ambos tienen como propósitos llegar y permanecer en el gobierno, por un cargo electivo o un puesto por una decisión. El propósito es el mismo: llegar y permanecer, lo que cambia es la manera de conseguirlo.

Con motivo de las próximas elecciones, las alianzas y la captación y cooptación de descontentos, estamos viendo el cambio de partidos, sin ningún pudor, persiguiendo lo que ha sido un objetivo permanente. El transfuguismo es la forma actual de ser coherente con lo que siempre se ha querido: estar y permanecer en el gobierno a través de un puesto o un cargo lectivo, aunque se tenga que ser incoherente, más de una vez, con lo que antes se había defendido.

Hay quienes, a diferencia de los anteriores, decidieron ser contestatarios del poder y no incorporarse a él a través de consultorías o mediaciones a favor de quienes detentan el poder, o dedicarse a la lucha desenfrenada por un puesto en el gobierno o un cargo electivo. Tomó esa decisión, no porque ha renunciado a colaborar con el desarrollo del país o con el gobierno, sino que prefiere hacerlo de otra manera. Además de no disfrutar de los beneficios que reporta ser de quienes ejercen el poder, tampoco reciben lo que le llega a los que se transforman en colaboradores cercanos de quienes gobiernan. Normalmente sus cuestionamientos, demandas, propuestas y críticas no se aceptan como una forma de colaboración con el país y con los propios gobernantes. Se considera que son opiniones de inconformes y de desafectos políticos del gobierno. Pero esa fue su decisión y esas son las consecuencias.

A todos les puede mover una misma vocación de servicio al país, pero decidieron hacerlo de maneras diferentes. Algunos, para ser fieles a lo que han escogido como propósito fundamental, tienen que cambiar cuando cambian los detentadores del poder, renunciar a principios o a cosas anteriormente defendidas para poder ser aceptados, recibir la candidatura que espera o que se le ofrezca el cargo desea en el gobierno. Los otros, por reclamar que el poder debe ejercerse conforme a la legalidad y a la institucionalidad democrática, abordando y resolviendo las verdaderas prioridades nacionales, y teniendo como norte el Bien Común, reciben la consideración de inconformes permanentes y pertenecientes siempre a la oposición, no importa el partido que esté en el poder. Nunca son aceptados, algunas veces sólo tolerados y muchas rechazados.

Cada cual tiene que cargar con las consecuencias de lo que ha decidido ser y hacer frente al poder político.

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