Distribución de la riqueza

Distribución de la riqueza

Es más fácil decirlo que hacerlo. Toda una Nación trabaja, con las obvias excepciones de lugar, y genera determinados bienes. Y establece servicios. Buena parte de los bienes y servicios se consumen alrededor de los centros que los generan. Sirven a sus productores como bien de intercambio, volviéndose dinero para adquirir lo que no producen. Determinados bienes y servicios, sin embargo, apenas se vuelven magros soportes de ese intercambio. Y los productores se esfuerzan sin obtener recompensa tangible por el tiempo, los recursos y el trabajo invertidos.

Bienes determinados suelen surgir con la vara del rey Midas. Los mercados de consumo los esperan con ansias para satisfacer requerimientos fisiológicos o de civilización. Quienes los generan, a diferencia de aquellos otros, logran resarcir con creces la inversión de tiempo, recursos y trabajo realizada. Sobre unos y otros, en el transcurso de cada jornada y de manera diversa, los gobiernos aplican gravámenes. Es el precio de la vida en comunidad.

Aún aquél que a lo largo de sus días no logra obtener sino cansancio, paga tributos cuando adquiere una latita de salsa de tomates o una cerveza de malta. Todos aportamos, por consiguiente, al procomún. Y todos estamos supuestos a participar del proceso de redistribución de la riqueza que se origina por la captación de impuestos. A ello se refirió el ex Presidente de la hermana República de Chile, Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Conforme su planteamiento, esa redistribución contribuye a combatir la pobreza.

Es más fácil decirlo que hacerlo. Lo supo, en sus días, el progenitor de este ex Presidente. Don Eduardo Frei Montalvo, el padre, también ocupó la Primera Magistratura chilena. Estudioso de la sociología cristiana, pretendió establecer una administración para el bien común, impulsando políticas orientadas por una definida justicia distributiva. Encontró escollos que le impidieron establecer el ansiado régimen de justicia social. Tanto los socialistas cuya prédica se orientaba por este camino, como los partidos de centroderecha, se opusieron.

A Frei, padre, le sucedió Salvador Allende, del partido socialista. Aquellos avances intentados por vía de una política fiscal, fueron impuestos, ahora, de otras formas. La nómina pública creció como nunca antes. Además, se expropiaron las grandes haciendas, la banca y las empresas mineras. El resultado de estas radicales medidas fue una pugna entre el gobierno y los grupos de poder económico y social. Chile quedó paralizado. La solución, militar, desembocó en el golpe contra Allende.

Este es un caso. Como puede colegirse de lo tan escuetamente contado, un objetivo intentado por vía de instrumentos de política fiscal, fue obstruido. Una de las organizaciones partidistas que obstaculizó el proyecto, quiso establecer una particular versión del bien común, por medio del despojo. El resultado fueron años de dolores y sufrimientos. La redistribución de la riqueza, como vemos, no es tan fácil.

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