Distrito Nacional norte; un inmundo arrabal

Distrito Nacional norte; un inmundo arrabal

Peatones no puedan circular por las aceras, son ocupadas por tarantines

Cuando un visitante extranjero observa el desorden y la suciedad que impera en muchas calles de la parte norte de la Capital, no deja de lamentarse que esta ciudad, primer asentamiento de europeos en el Nuevo Mundo, luzca tan desaliñada y sus calles en un estado caótico, que los peatones no puedan siquiera circular por las aceras, ya que múltiples tarantines de diversas índoles, se encuentran ocupando el lugar destinado a los transeúntes.

Sin lugar a dudas, hasta ahora ningún alcalde ha emprendido una labor sanitaria para tratar de paliar el establecimiento de arrabales coartando el libre tránsito por determinados pedazos de calles, tal y como el de la Duarte con París, en donde un innumerable grupo de buhoneros, ocupan no solo el paseo, sino en muchos casos, media calle para ofrecer en venta sus productos, que de paso, al terminar las faenas, lo almacenan en depósitos construidos sobre la calzada a la vista despreocupada de las autoridades llamadas a corregir este tipo de tropelías.

En el entorno de la avenida Albert Thomas se encuentra el hospital Luis Eduardo Aybar, el número de vehículos del servicio público, tanto carros como guaguas de concho, se incrementa en un volumen casi imposible de controlar, además, también las aceras están copadas de casuchas con lonas que se inician en las paredes de los establecimientos hasta, a veces, a la misma calle.

Atravesar la avenida Duarte es un acto de heroísmo, ya que es consabida la falta de civismo, tanto de los conductores como de los peatones, que a rajatablas imponen su voluntad y hay de aquel que no se movilice raudo, porque corre el riesgo de ser atropellado. Lo peor del caso es que, si es un vehículo público, especialmente la denominadas voladoras, aducen su condición de “padres de familia”, para evitar que las autoridades los apresen.

El entonces síndico del Distrito Nacional Rafael Corporán de los Santos (1990-1994) en vista del caos que había alrededor del parque Enriquillo, inició la construcción de la Plaza del Buhonero entre la calle José Martí y la Juana Saltitopa para trasladar desde las calles y las aceras, el sin número de vendedores ambulantes y chiriperos que pululaban en esas dos superpobladas calles. Desgraciadamente, pese el esfuerzo de Corporán, este también cometió el error de iniciar también la Ciudad de los Niños, en donde no pudo realizar ese sueño de su infancia solitaria y desnutrida.

Si ya era difícil salir de los vendedores informales y los llamados chiriperos en tiempo normal, en estos tiempos de pandemia, le será muy difícil a la actual alcaldesa Carolina Mejía, que no obstante ser la hija del expresidente Hipólito Mejía, necesitará del coraje de su padre al cual llaman: “el guapo de Gurabo” para deshacer los entuertos que se originan en esas concurridas calles y la barriada que los contiene.

El problema no es desalojarlos, acción que se puede hacer en una mañana, sino mantener el statu quo pos tarantines. Ahora bien, si nosotros pensamos que los vendedores ambulantes están compuestos por dominicanos, nos equivocamos, ya que a mi entender, los haitianos los superan en número. Es más, me atrevería a afirmar, que la mayoría de los artículos que son vendidos, especialmente los usados, vienen en pacas desde Haití.

Muchos capitaleños piensan que se necesita un alcalde como Abel Martínez en Santiago, el cual dio un plazo perentorio a los chiriperos y ocupantes del mercado de esa ciudad, y cuando se cumplió el período de gracia, buscó la Policía Municipal y trasladó, por las buenas o por las malas, a todos esos buhoneros fuera de la Ciudad Corazón. Ahora bien, el número de chiriperos, no era ni la tercera parte de los que pululan en Santo Domingo.

Un agravante sobre la intersección Duarte con París, es que gran parte de las rutas interurbanas hacia y desde el Cibao, pasan casi necesariamente por este derrotero. También hay que tener en cuenta, que la mayoría de los autobuses que viajan hacia el Este del país, tienen su asiento en el parque Enriquillo a unos escasos metros de esta famosa intersección.

Si la alcaldesa Mejía va a emprender este desalojo o reubicación de los vendedores ambulantes, hay que desearle mucha buena suerte y un gran apoyo del Gobierno central y las Fuerzas Armadas y la Policía, ya que lo va a necesitar en demasía. Ojalá triunfe y la ciudad amerite ser denominada con sentimiento patriótico; “Ciudad Primada de América”.

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