A 86 días de las elecciones, a los dominicanos nos han presentado un panorama muy particular ante las ofertas electorales, por las cuales debemos decidirnos el 20 de mayo, con el objetivo que alguna nos gobierne por cuatro años.
Por una parte, nos ofertan el continuismo del PLD, que en los pasados ocho años han sostenido una admirable y elogiada estabilidad económica, gracias a los aciertos de la dirección que emana del Banco Central y el apego de las autoridades ministeriales del sector, que ahora podrían considerarse con las manos libres para el desmadre electoral, pero han dado seguridades de fiel observancia de controlar los gastos.
Ese panorama es oscuro, ya que la conducta de algunos funcionarios habla a las claras de un uso indiscriminado de los recursos estatales, con escapes que han ido a parar al disfrute de nuevos ricos y desbocado afán de exhibir prosperidades en sus entornos, con nuevas residencias, amantes, vehículos de lujo, vacaciones en los más distinguidos resorts nacionales e internacionales, y hasta poseer algún vehículo marino o aéreo digno del jet set internacional.
Por la otra parte, el panorama es deprimente y desalentador, cuando desde la oposición, lo que vemos, es a un hombre llano y sincero, que atrapado en la redes de sus antiguos seguidores, ofrece en un acto de contrición y enmienda, que se corregirá y quiere retribuir esa confianza apabullante que se le daba a principios de los escarceos electorales sin todas las candidaturas definidas.
Para Hipólito Mejía, volver a retomar su liderazgo en el fervor popular, debió sacudirse de sus colaboradores más señeros, que con sus trapisondas e incapacidades, lo precipitaron en el descrédito; eso no lo ha hecho y tanto es así que una foto de primera página del Listín Diario hace algunos días se exhibía el principal blanco de la repulsa pública volvió a recordar episodios nefastos al país en el período 2000-2004.
Para Danilo Medina sostener su empuje de las pasadas semanas, en que ha superado a su rival, según diversas encuestas, le resultará una tarea muy dolorosa, ya que algunos funcionarios enquistados en su equipo de campaña, son el blanco de la opinión pública por sus actuaciones tan descaradas llenas de prepotencia y engreimiento para considerarse por encima de los demás dominicanos. Y ya esos miembros del equipo de campaña no pueden ser reemplazados por sus fieles colaboradores que soportan en silencio su marginamiento.
La disyuntiva es muy clara para todos nosotros, o seguimos con lo malo de ver la continuidad en la dilapidación de los recursos, haciendo algunas cosas positivas, para hacer creer que es un buen gobierno, pero manteniendo un tren administrativo con las mismas caras ya repudiadas por la población; o caemos en lo peor de un equipo de trabajo, que sediento de recursos y de poder, sueña resarcirse de sus privaciones y crujías de los pasados ocho años, para volver a asaltar las instituciones y hacernos caer en el descalabro de una tasa de cambio por encima del 50 por 1 y una inflación que fácilmente llegaría a los tres dígitos.
Los dominicanos no tenemos salida en estas elecciones y deberemos resignarnos a cumplir con asistir a las urnas y votar por algo que de antemano nos va a defraudar, o expresar el disentimiento con un voto en blanco.