Divagaciones acerca de la mentira y la crueldad

Divagaciones acerca de la mentira y la crueldad

Fue un erudito intelectual que, en lejanos años, durante una  conversación sobre la mentira: su necesidad, sus daños y beneficios, canturreó el inicio de una popular canción italiana que empieza diciendo que la vida es un paraíso de mentiras. “La vita é un paradiso di bugíe”.

No poseo yo tan buena memoria como quisiera, pero esta frase y su melodía  me quedaron grabadas en el recuerdo, y reviven ocasionalmente con su carga de remotas inquietudes.

¿Puede decirse siempre la verdad y hacer bien con ello? ¿O resulta que hay verdades dañinas, perjudiciales, venenosas?

Nos dice la filóloga clásica sevillana Mercedes Vilchez Díaz en su obra “El engaño en el teatro griego” que “El planteamiento de que puede haber una contradicción entre la apariencia y la realidad, llevado a la acción humana, se proyecta en el tema de la escisión entre lo que se dice y lo que se piensa. Esta nueva relación ética, que condena el pensamiento no acorde con la acción o la palabra, es uno de los pasos previos al moralismo absoluto y a la interiorización de los valores morales.”

Esquilo, en su “Agamenón”, se queja y clama: ¡Oh Zeus! ¿Por qué has proporcionado a los hombres pruebas seguras para reconocer el oro, el que es de mala  ley;  y en cambio en el cuerpo de los hombres no hay, por naturaleza, huella alguna para distinguir lo falso?

Eurípides, en su  “Medea”  repite la idea con mayor profundidad. Dice: ¡Ay de mí! Los mortales deberían tener una prueba clara sobre el sentir de sus amigos; cuál es sincero, cuál es enemigo; cada palabra debería tener doble sentido: uno en las justas; otro en las demás, a fin de que la injusta quedara desmentida por la justa. Así no sufriríamos engaño”.

Hay quienes parecen creer que el humano es una novedad, algo recién inventado. Por tanto, citar antiguos pensadores es perderse en situaciones pasadas, disueltas… ¿resueltas?

  Son las mismas con que lidiamos día a día. El humano es esencialmente el mismo de la creación, y en el transcurso de su evolución… o mejor dicho, de sus evoluciones, sigue un pálpito de un Caín… de una Jezabel, de un Judas que todavía no comprendemos bien si cumplía un rol o no dentro de una misión encomendada a Jesús.   

Últimamente la crueldad cobra nueva fuerza. Fuerza que siempre tuvo, pero oculta en las ergástulas de los dictadores, crueldad y sadismo que se expresaban en las sombras.  Hoy vemos, cada vez con mayor naturalidad e indiferencia detalles horrendos en las series televisivas donde corre la sangre y ríe la malignidad.

Poco a poco nos vamos habituando a presenciar lo horrible sin que nos perturbe y nos conmueva, adentrándonos en un proceso que conduzca a fortalecer la crueldad.

Como se puede aprender lo bueno, se puede aprender y fortalecer lo malo, y acogerlo con engaños y disfraces que van hacia dentro y hacia fuera, y que  construyen no un “paraíso de mentiras” sino un infierno tenebroso.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas