Diversidad de historias literatura dominicana

Diversidad de historias literatura dominicana

   En 1939, cuando Abigail Mejía escribió su Historia de la literatura dominicana, afirmó que hasta entonces no se había publicado una obra de esa naturaleza. A ella siguieron antologistas y otros autores que actualizaron el devenir de la intelectualidad criolla según las épocas de las  publicaciones, pero  en 1999 y 2001  salió a la luz la Antología mayor de la literatura dominicana que comprendió la actividad de nuevas generaciones de intelectuales existentes hasta esos años. Los cuatro tomos de prosa y poesía de los reputados escritores Manuel Rueda y José Alcántara Almánzar se consideran “un esfuerzo editorial sin precedentes”.

       A ellos se agregan panoramas, diccionarios, críticas, reseñas, crónicas, bibliografías y otras ediciones del quehacer literario, viejas y recientes, que permiten conocer la producción nacional en diversos géneros, desde la Colonia hasta el presente, y que parece son desconocidas por maestros y estudiantes desorientados en sus búsquedas de información sobre pensadores dominicanos de diferentes momentos y corrientes. Unas complementan otras porque no todas integran la diversidad de materias que han sido capaces de crear los criollos lo cual es obvio y comprensible en el caso de las antologías.

            Joaquín Balaguer y Néstor Contín Aybar están entre los más abarcadores aunque sus historias se quedaron en los 80. La Historia de la literatura dominicana, de Joaquín Balaguer se editó en 1956, va desde el Descubrimiento y la Conquista porque a juicio del autor la literatura dominicana se inicia con el Diario de Cristóbal Colón. Concluye con “Falsa amistad” y “Meditaciones Morales”, de María Martínez de Trujillo, quien sobresalió, según el ex Presidente, “en un género poco cultivado en la literatura dominicana: el del ensayo escrito con una formalidad exclusivamente moralizadora”. Caída la dictadura, cayó María como escritora y dramaturga. Se dijo que sus obras las escribió José Almoina y Balaguer borró tanto esas apreciaciones como las que hizo de Trujillo de quien apunta que “tan preponderante como en la vida política de la nación ha sido su influencia  en la cultura dominicana… Las letras han experimentado bajo su rectoría de 25 años una transformación profunda… La literatura ha ganado en profundidad y se ha enriquecido con un valioso arsenal de ideas”, dijo en ese apartado que también sacó de esa obra, una de las más editadas y de mayor vigencia.

            La obra de Balaguer llegó a ser de texto y de consulta, como lo fue la Antología de la literatura dominicana que bajo el auspicio de la Editora Cultural Dominicana publicó José Alcántara Almánzar en 1971 y que constituyó una novedad por la incorporación de poetas y prosistas de generaciones nuevas.

            Hay abundancia de estos ejemplares porque en muchos hay exclusiones de personajes y periodos que sí figuran en otros. Rueda y Alcántara, por ejemplo, no incluyen -y lo reconocen- poetas de la Colonia. Dicen que tratan dos siglos “que representan toda nuestra herencia poética aunque todavía podamos mirar, un poco de soslayo, los visajes del español colonial en los que flotan nombres como los de Leonor de Ovando, Elvira de Mendoza, Francisco Tostado de la Peña y otros”. Entienden que “toda nuestra poesía empieza en los albores del siglo XIX”.

            Sin embargo, tienen a otros recientes: Abelardo Vicioso, Juan Alberto Peña Lebrón, Máximo Avilés Blonda, Luis Alfredo Torres, Marcio Veloz Maggiolo, René del Risco, Juan José Ayuso, Miguel Alfonseca, Jeanette Miller, Norberto James, Juan Carlos Mieses, Enriquillo Sánchez, Scherezada Vicioso, Enrique Eusebio, José Enrique García, Cándido Gerón, Alexis Gómez, Soledad Álvarez, Tony Raful, Radhamés Reyes  Vásquez, Cayo Claudio Espinal, Tomás Castro, José Mármol…

            En sus tomos con las voces “más representativas de nuestras letras”, Francisco Javier y Alejandro Angulo Guridi inician el desfile que se detiene en Ida Hernández Caamaño, José Rafael Lantigua, René Rodríguez Soriano, Pedro Peix, Guillermo Piña Contreras, Ángela Hernández Núñez, Juan Manuel Prida Busto, Manuel Núñez, Luis Arambilet, Rafael García Romero, Avelino Stanley, Martha Rivera, Manuel García Cartagena, Fernando Cabrera, Miguel Reyes Sánchez y Pedro Antonio Valdez.

            ¿Qué hacer para conocer datos y obras de escritores de todas las épocas y tendencias? Consultar autores antiguos y modernos. Es probable que los primeros solo estén en el Archivo General de la Nación.

Reliquias. Allá es seguro encontrar La lira de Quisqueya de José Castellanos Vargas, de 1874; Reseña histórico-crítica de la poesía en Santo Domingo, de varios autores pero que redactó César Nicolás Penson; Bibliografía, de Américo Lugo; Literatura dominicana y La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo, de Pedro Henríquez Ureña; Parnasos dominicano y antillano, por Osvaldo Bazil; Nuestros jóvenes poetas y nuestras mejores poetisas, por Rafael Emilio Sanabia.

            También la citada Historia de la literatura dominicana de Abigail Mejía; Antología poética dominicana, que publicó Pedro René Contín Aybar en 1943 y que estudia desde José Joaquín Pérez hasta Mariano Lebrón Saviñón. Están los dos tomos, prosa y verso, de la colección Trujillo de 1944 titulada Antología de la literatura dominicana, preparados por Vicente Llorens, Pedro René Contín y Héctor Incháustegui. La poesía se inicia con José Núñez de Cáceres y concluye con Altagracia Saviñón y la prosa la encabeza el primero y termina con Bernardo Pichardo.

            En 1945, Max Henríquez Ureña publicó su Panorama histórico de la literatura dominicana que fue de consulta en la enseñanza secundaria y universitaria. Alberto Baeza Flores publicó con los auspicios de la UCMM La poesía dominicana en el siglo XX y la Universidad Central del Este editó a Néstor Contín Aybar varios tomos de la Historia de la literatura dominicana entre 1982 y 1984 que comprende “todo lo escrito en español después del Descubrimiento en nuestra isla entera, primero, y después en su parte española”.

            Algunos de estos libros han sido reeditados por particulares e instituciones como la Sociedad Dominicana de Bibliófilos.

            La Fundación Corripio, que patrocinó la Antología Mayor, de Rueda y Alcántara, anunció el compromiso de completarla “con trabajos similares que puedan abarcar el ensayo, el teatro, la historia y el folklore”.

            Aparte del Diccionario de autores de Cándido Gerón, y el de folklore de Xiomarita Pérez, en años recientes salieron el Diccionario de la literatura Dominicana bibliográfico y terminológico, de Franklin Gutiérrez; Antología literaria Dominicana, cinco volúmenes, por Margarita Vallejo de Paredes, publicado por Intec en 1980; Narradores dominicanos y  Última flor del naufragio, por Pedro Antonio Valdez. José Rafael Lantigua y Francisco López Sacha publicaron una antología de cuentistas dominicanos y cubanos; José Enrique García tiene la antología “El futuro sonriendo nos espera” y José Mármol y Basilio Belliard pusieron a circular el año pasado “La poesía del siglo XX en la República Dominicana”.

            La más cuantiosa es la poesía. Pedro René Contín Aybar decía que era “difusa y abundante”. Por eso escogió para su antología solo los que habían publicado libros. Y consignó: “Sé que no están todos. A unos no les he necesitado para mi demostración de la poesía nacional… a otros, yo no les encuentro la poesía por ningún lado, y esta es una antología de poetas…”.

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