Divisas y depósitos

Divisas y depósitos

La pasada semana, nos enteramos de la implantación efectiva del cordón monetario en el AILA, supongo que, en base a declaraciones previas y selección por azar y comprendemos así, que se manifiesta un fenómeno de fuga de divisas del que se hace eco el Episcopado cuya voz se levantó en defensa de la banca nacional, la semana pasada. Sin embargo, la fuga de divisas resulta extraña en un sistema bancario que permite depósitos en dólares y generalmente se focaliza ese fenómeno en las remesas de utilidades y hasta de ingresos corrientes de las grandes corporaciones eléctricas, petroleras y de telecomunicaciones y claro está, de los políticos corruptos. En menor escala, está el capital que se llevan consigo después de vender sus bienes en nuestro país, los que emigran convencidos de que no tienen futuro aquí.

Lo que me preocupa más, son los depósitos a corto plazo en los bancos comerciales que en una ocasión sobrepasaron los US$3,000 millones. Recuerdo que fue Julito Cross quien primero alertó al gobierno sin que le hicieran caso, sobre la peligrosidad de esa práctica, violatoria de nuestra legislación bancaria y monetaria original. En efecto, si los dueños de los capitales migratorios olfatean la cercanía de una crisis financiera, tienden a volar, buscando resguardo en otros lugares y aquí, el olor a crisis, apesta.

Desde luego, los banqueros, que recibieron alborozados, esos depósitos en dólares a tasas de cambio desde 12.50 por peso, prestaron el dinero, especialmente, aunque no únicamente, para grandes proyectos de construcción. Sin embargo, la economía fue profundizando su recesión y a muchos negocios no les fue tan bien como esperaban y para colmo de males, la tasa de cambio se movió desde 12.50 a 16.50 en el período de Leonel Fernández y en el de Hipólito, ha sobrepasado el 45 por 1. Entonces, está claro que tienen esos clientes, grandes dificultades para pagar a los bancos. Los bancos a su vez, tienen ya o tendrán, dificultades para honrar oportunamente y las tasas de cambio actuales, esos depósitos «golondrina» cuyo volumen es muy importante en sus carteras; tanto, que no resistirían una demanda masiva de retiros.

En tales circunstancias, lo primero que deberían hacer los bancos, en mi modesta opinión, sería renegociar los términos de retiro de los depósitos en dólares y para tal fin, deberían intentar restablecer su confianza de los depositantes en nuestra economía y de ahí proviene de seguro, la inspiración de su «comunicado» de hace algunos días: un auténtico ejercicio de «wishful thinking». El problema es que los depositantes saben más que eso…

Entonces, si llegasen a entrar en defecto los vencimientos de los depósitos, pienso que el Banco Central no tendría otra alternativa que disponer por resolución de la Junta Monetaria, su congelación por seis meses y dictar un calendario de liberación y desembolsos, para salvar a los bancos de otro gran riesgo. Desde luego, tal medida va a reducir la confianza en el sistema de depósitos en dólares pero desde el principio, esa fue una mala idea del doctor Leonel Fernández, quien tal vez pretendía crear una base para la futura dolarización y proyectar una ilusión de crecimiento económico.

Es posible que tanto el FMI como el Tesoro de los Estados Unidos y su Agencia del Banco Mundial, objeten una medida de tal naturaleza, que obstruiría sus planes de dolarización y dominación total. Empero, el Banco Central tendría ante ello, una alternativa razonable. Podría, en efecto, solicitarles ofrecer a los bancos comerciales locales a través del Banco Central, una línea de crédito, por el monto de los créditos en dólares otorgados por esos bancos con término calculado según las expectativas de recuperación o un depósito a plazo fijo transferido desde bancos del exterior.

Las objeciones legales serían irrelevantes. Una de ellas sería constituida por el proyectado Acuerdo con el FMI que prohibiría atentar contra una imposible y nociva «libre convertibilidad». Ese Acuerdo no se ha suscrito y posiblemente, no lo sea nunca. Otra objeción la encontraríamos en el Código Monetario y Financiero pero ese adefesio fue introducido y hecho aprobar por intereses extranacionales y antinacionales. Además, se modificó ya una vez por obra de la voluntad y del dinero de un banquero encarcelado y sería útil modificarlo de nuevo en beneficio esta vez de la banca nacional y por el interés general de la nación.

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