Divorciadas, evangélicas y
vegetarianas drama en clave de humor

Divorciadas, evangélicas y <BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2009/06/AD669FFE-DC69-4FFC-B57F-174F7CE301DE.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=460 data-eio-rheight=299><noscript><img
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Detrás del humor ingenioso que caracteriza la obra “Divorciadas, evangélica y vegetarianas”, del  dramaturgo y director teatral venezolano Gustavo Ott, hay un drama existencial personal, que cargan  tres mujeres con niveles y particularidades diferentes.

El autor presenta gradualmente cada conflicto como partes de un todo, logrando finalmente la unidad dramática. Los adjetivos del título de la obra resultan atractivos, parte de lo “in” o actual, y diferencian a cada una de las protagonistas. En la primera escena aparece en la estación de un Metro, Beatriz, -la divorciada- a donde ha llegado presa de la depresión y con intensiones suicidas; pero la llegada abrupta de Gloria –la vegetariana-, joven  díscola quien comienza a narrarle su problema causado por la negativa de su amante a llevarla a la boda de su hermano, logra disipar a Beatriz. El tercer personaje de este triángulo es Meche, acomodadora de un cine y evangélica. Viuda de un “pastor” -pecador y diabólico- desde hace cinco  años, se ha refugiado en la religión para evitar las tentaciones de la “carne”. Al cierre del primer acto el conflicto existencial de cada una está planteado, conocemos los personajes.

En el segundo acto, Beatriz y Meche, conscientes de su enajenación, deciden liberarse junto a Gloria, quien ha logrado abandonar a su amante, iniciando todas una nueva vida.

Cada una de las actrices, bien escogidas para sus respectivos roles, logran construir sus personajes. Georgina Duluc encarna a  Gloria y da muestras de aptitudes para la comedia. Yamilé Scheker, actriz de gran veteranía, realiza  una exquisita interpretación de Beatriz. Por su parte Olga Bucarelli logra los momentos de mayor hilaridad; actriz de excelente desempeño escénico, de accionar espontáneo y gracejo en la entonación, nos devuelve la imagen acabada de Meche.

Gustavo Ott ha tocado en esta obra  el conflictivo universo  de la mujer, con  problemas evidenciados que han  existido siempre.

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Algo más

La obra

La deficiente acústica de la Sala Máximo Avilés Blonda, luego de la restauración, en adición a la pobre impostación de la voz, especialmente de Georgina Duluc, dificulta por momentos la audición de los parlamentos. La interacción actoral y  el humor de Ott, logran un vínculo  con el auditorio que ríe a carcajadas de principio a fín. Elvira Taveras recurre a escenas de  películas y vídeos  como elementos ambientadores.

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