Actuales ingenieros petromacorisanos descendientes de españoles, han realizado una joya arquitectónica en San Pedro diseñándola, en parte, con la estructura de antaño.
Así, nuevamente trasladándome hasta allí, y recorriendo sus calles, llego a la calle Domínguez Charro número 305, donde encuentro una de ellas, la cual es de dos niveles y ocupa un enorme espacio de terreno.
Su fachada consta de una extensa galería con balcones en ambos niveles, pero su principal curiosidad está al centro, que sobresale hacia delante en forma curvada, y posee ménsulas, o sea soportes de unos balaústres de cuerpo torneado, del que surgen seis columnas dóricas de cuerpo redondo verticalmente estriado con cuatro metros de alto, las cuales sostienen cinco arcos escarzanos, el del medio más ancho.
En cambio, los de los laterales están más abiertos, y de sus balcones surgen ocho columnas iguales.
Este balcón se une con el del primer nivel, que está formado por cuatro columnas también dóricas cuyo cuerpo es casi igual: la diferencia es que tienen cinco metros de alto, las cuales sostienen tres arcos, el central igualmente más alto.
Una extensa verja de concreto a la derecha con la entrada recibe al visitante y más adelante, al centro, hay un amplio espacio abierto para la entrada para vehículos, que encima, a distancia, contiene cuatro globos de luz ovalados.