Dobleces, de Paya a Honduras

Dobleces, de Paya a Honduras

El Presidente Fernández propuso a la comunidad internacional reunida en la ONU que se graven depósitos en paraísos fiscales para financiar  objetivos del milenio, meses después que su gobierno se involucrara en la institución de zonas francas financieras basadas en exenciones fiscales; evidenciando dobleces entre pasado y presente, discurso y praxis; dependiendo del escenario donde se monte el espectáculo: nacional o internacional.

La prevalencia de la ambivalencia, del doble discurso y la doble moral, abona la institucionalización del desorden e irrespeto y nos expone a retornar a niveles tribales de comportamiento; sobre todo si se desenvuelven con las complicidades y connivencias del llamado “orden” internacional.

Ejemplo de ello es lo observado en el juicio contra los procesados de Paya, que el rumor público asocia a un ajuste de cuentas entre traficantes: Dieron la espalda al magistrado que lo presidía, profesaron exclamaciones hasta con signos reinvindicadores e incurrieron en violencia que hicieron necesario la recurrencia a perros entrenados y refuerzos para proseguir la audiencia, para evitar que las presas se convirtieran en cazadores; resultando todo insuficiente.

A esto hemos llegado por no reconocer las dobleces en el accionar vigente para combatir el tráfico de sustancias y dinero; y por no admitir que lo vigente solo ha dado como resultado permeabilidad y contaminación, comprometedora y corruptora, de instancias oficiales, nacionales e internacionales, llamadas a combatirlas.

Durante muchos años nos inculcaron que democracia y Estado de derecho se fortalecen cuando cada uno de sus poderes –ejecutivo, legislativo, judicial y electoral– cumple sus roles sin injerencia de otro, ciñéndose a su constitución y leyes; siendo anatemizado el presidencialismo subyugador de ese fortalecimiento.

En Honduras, los demás poderes iniciaron un proceso para someter el presidencialismo a los cánones  constitucionales que lamentablemente estimuló intervenciones  militares trastornadoras de lo que pudo ser ejemplar para la contención de excesos precursores de dictaduras.

La comunidad internacional, procediendo en forma  que pone en duda su coherencia, se ha centrado en neutralizar la intervención militar; desandando sus inculcaciones pasadas de respetar los roles de los demás poderes del Estado enmarcado en sus prescripciones legales; reforzando implícitamente  el presidencialismo previamente criticado.

Ojalá que en los esfuerzos que se llevan a cabo para restablecer la armonía hondureña no haya espacio para dobleces que dejen la sensación que el mundo se encamina hacia el irrespeto de lo preestablecido y la inconsecuencia con lo previamente predicado.

Porque si prosiguen las dobleces internacionales y nacionales, caeríamos en una especie de selva que  magnificarán los tambores de conflagraciones que la misma ONU está llamada a contener.

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