Doctor Betances, dio renombre internacional al país con generosos servicios científicos

Doctor Betances, dio renombre internacional al país con generosos servicios científicos

POR ÁNGELA PEÑA
Fue uno de los médicos más admirados en París a principios del siglo pasado, por sus aportes, descubrimientos, cátedras magistrales, obras de consulta y exposiciones en foros internaciones. Considerado sabio por sus colegas del mundo sorprendidos por su excepcional talento y singular acuciosidad, el doctor Luis Manuel María Betances Coén no abdicó jamás a su nacionalidad dominicana pese a que fue instado a cambiarla por la francesa, como requisito previo para su elevación al profesorado de Francia.

«No se sintió con derecho a despojar a su Patria del orgullo de tenerle por hijo, ni él, por su parte, quiso renunciar de ninguna manera al honor de ser dominicano», expresaba el diario La Opinión de abril de 1926 al anunciar su reincorporación a la enseñanza superior en Francia.

Se le tiene, sin embargo, como «el primer hematólogo europeo», y sus trabajos en esa especialidad despertaron el asombro de eminentes lumbreras de la ciencia. Como tal lo define la primera mujer médico dominicana, Evangelina Rodríguez, al narrar su presencia en una convención en Ginebra. «El representante por Santo Domingo era mi ilustre amigo el malogrado Dr. Luis Manuel Betances, sabio experimentador que estaba pasando por el primer hematólogo europeo. Yo trabajaba con él en el colegio de Francia, donde estaban los discípulos de Ramón y Cajal, donde trabajaban también mentalidades japonesas y de todas las naciones».

Posiblemente fue el profesional dominicano que más renombre dio a la República en el ámbito internacional y el que, en su Patria, ofreció sus servicios más eficientes, novedosos, desinteresados. Sin embargo, pobre ha sido el homenaje que se ha rendido a su memoria. La mayoría de sus compatriotas ignora que la calle Doctor Betances, ubicada entre Villa Francisca y Borojol, fue bautizada así para consagrar su nombre en el recuerdo colectivo.

Cuando falleció, el trece de diciembre de 1926, en el país se produjo un manifiesto desconsuelo nacional, definido por el Listín Diario de la fecha como «sincero y hondo». Tres días laborables fueron declarados oficialmente de Duelo. La Universidad de Santo Domingo se acogió a la medida y ondeó su bandera a media asta por disposición de su rector, Ramón Báez, de los decanos Horacio V. Vicioso, Rodolfo Coiscou, A. García Mella, R. Delgado Tejera, M. de J. Pellerano y de su secretario M. E. Pellerano.

En 1927 sus restos fueron trasladados al país en el vapor Bachus y velados en capilla ardiente en la Biblioteca Municipal. Familiares y delegaciones científicas montaron guardia junto al féretro. En la tarde, cubiertos de ofrendas y flores, sus despojos mortales fueron llevados a la iglesia Regina Angelorum donde el Octeto ejecutó piezas apropiadas al acto y Floripe Mieses viuda Carbonell interpretó una sentida plegaria. Al pasar frente a la Universidad de Santo Domingo, el doctor Fernando Defilló, declarado admirador de la labor científica de Betances en Santo Domingo, pronunció palabras en nombre del Claustro. En el cementerio, el doctor Luis Eduardo Aybar despidió la comitiva.

EL DOCTOR BETANCES

Nació en Santo Domingo, el nueve de mayo de 1877, hijo de Luis Eduardo Betances Guerrero y Ana Coén Mansuit. Graduado de bachiller en Ciencias y Letras del Instituto Profesional de Santo Domingo, y de licenciado en Medicina y Cirugía, fue médico del Hospital de Santo Domingo, Miembro del Juro Médico de la República Dominicana, Médico de Sanidad Militar de San Pedro de Macorís, Miembro del Colegio Electoral, Médico de la Respetable Logia Industria Número 355, Miembro de la Junta Central de Construcción del Lazareto de Elefancíacos.

Actuó como Regidor del Ayuntamiento, Médico del Juro Médico de San Pedro de Macorís donde fue también Médico Municipal, Legista del Juzgado de Primera Instancia, Jefe de la Brigada de Sanidad del Cuerpo Médico de Bomberos, Diputado de la Constituyente y Diputado al Congreso Nacional por San Pedro de Macorís, en 1908. Fue miembro activo del Ateneo Dominicano, del Primer Congreso Médico Dominicano y Catedrático de la Universidad de Santo Domingo, Ad Honorem.

EN PARÍS

Estudiosos de la medicina y de la vida del doctor Luis Manuel Betances afirman que se ausentó del país en 1910 disgustado porque no se quiso dar uso a un avanzado equipo de laboratorio que importó desde París. Ese mismo año figuraba ya como alumno del Instituto Pasteur, de Francia.

En aquella nación fue Cónsul General de la República Dominicana, Jefe del Laboratorio San Luis, del Laboratorio Necker de la Universidad de París, del Laboratorio de Bacteriología de la Facultad de Medicina de la Universidad de París en la que fue, además, Doctor de la Facultad de Ciencias.

En 1924 participó como Delegado de la República en el Congreso Mundial de Opio, en el que obtuvo el primer premio por el trabajo que presentó. Por otro lado, estuvo presente como Delegado Plenipotenciario de la Convención Sanitaria Internacional. En su extenso curriculum abundan los diplomas y reconocimientos en otras latitudes.

De las obras que dejó publicadas e inéditas no sólo se exalta el contenido médico, científico, la profunda tarea investigativa sino también «el fino estilo de su pluma brillante». Escribió en París las siguientes obras de consulta: La Granulation Azurophile, en francés, que entre los comentarios de los grandes entendidos del tema, como el doctor Francoise, se recogió esta opinión: «Esta obra destinada a los sabios, y cuya edición está a punto de agotarse, fue recibida en la facultad de Ciencias, de París, con la más alta mención».

Un año después dio a la luz Los Epiteliones de la Glándula y notas sobre sus diagnósticos y pronósticos. Pero su obra monumental fue Hematología Biológica, sobre la cual expresaron repuntados eruditos franceses: «El profesor Betances está en plena hematología biológica, desentrañando las células de la sangre, donde está la vida del hombre». Constaba de dos tomos, uno de los cuales quedó inconcluso, y sobre el cual comentó el Colegio de Francia: «Es que sería imposible a nadie continuarla sin tomar desde un principio el curso de sus trabajos y sus investigaciones: Tiene cinco mil páginas escritas».

En marzo de 1935, el Consejo Administrativo del Distrito Nacional resolvió donar a perpetuidad, a favor de la familia Betances, «un cuadro de terreno en el cementerio de la avenida Independencia, donde reposan los restos del destacado sabio».

LA CALLE

Aunque hay varias calles «Dr. Betances» en distintos barrios de Santo Domingo, la que rinde honor a la a la memoria del prestigioso médico es la que está localizada entre Villa Francisca y Borojol, bautizada así el trece de noviembre de 1934.

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