El infarto es una necrosis o la muerte de un tejido. Si se habla de infarto del corazón, es porque dejó de funcionar una parte del músculo cardíaco, debido a que este deja de recibir la sangre oxigenada que lo alimenta, lo que le permite su normal funcionamiento.
La doctora Maribel Medina, médico fisiatra explica que cuando una persona supera una situación tan difícil como lo es un infarto, el ejercitarse puede generar temor. Medina indica que el objetivo del ejercicio es que el tejido o el músculo que sobrevivió al infarto, trate de compensar la contracción normal que se ha perdido el área del corazón que sufrió la necrosis.
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Beneficios
Se van obteniendo mayores beneficios de la actividad física, como son: control de la presión arterial, niveles adecuados del colesterol y glucosa, control del peso, disminución de la formación de coágulos sanguíneos, mejora de la forma física y de la tolerancia al ejercicio, asegura la profesional.
Asimismo, afirma que se va logrando que el corazón funcione mejor, ya que reduce el número de latidos por minuto, mejora su contracción, desarrolla nuevas arterias, reduce las arritmias, evita la ansiedad, la depresión y el estrés, otorgando calidad de vida. También, reduce las recaídas y la mortalidad.
La especialista dice que existe un acuerdo general, en que los niveles de actividad física tanto en el trabajo como en el tiempo libre (asociados con el estilo de vida moderno), constituyen un riesgo para el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares.
Tipos de ejercicios
“Aunque el ejercicio es fundamental en la rehabilitación de los pacientes que han sufrido infartos u otras cardiopatías, nunca se debe iniciar la actividad física sin saber cuáles ejercicios son los adecuados y a qué intensidad practicarlos y mucho menos comenzar un deporte sin haber tenido un entrenamiento físico previo” asegura.
Forma de ejercicios
La actividad debe hacerse de forma progresiva, evitando esforzarse demasiado ya que no obtendría ningún beneficio y puede llegar a ser peligroso, por eso el primer paso es consultar al médico especialista, que junto a todas las variables fisiológicas que presente el paciente tanto a nivel cardiovascular, metabólico y osteomuscular, determinará su nivel de esfuerzo, diseñando un programa de ejercicios personalizado y supervisado.
Disminuye riesgos
El ejercicio supervisado disminuye los riesgos de complicación y permite obtener los mayores beneficios de realizarlo, dijo la profesional. Para aprovechar mejor, la actividad física regular y cotidiana deben realizarse siguiendo los principios básicos del entrenamiento, no sólo con miras a incrementar el rendimiento deportivo, sino con el objetivo de mejorar la capacidad funcional del paciente, indica la profesional.
La cantidad de trabajo muscular que produce el acondicionamiento físico, debe ser adecuada en frecuencia e intensidad y, siguiendo los principios básicos del entrenamiento, indica la fisiatra.