Doctores con colmillos, garras y pelo

Doctores con colmillos, garras y pelo

Algunos médicos emiten sonidos extraños, caminan a cuatro patas y no han pasado por la facultad sino por la veterinaria. Puede afirmarse que son unas bestias, sin miedo a que se ofendan ni faltar a la verdad: son los llamados animales terapéuticos.

En 1980 se difundió uno de los primeros informes epidemiológicos sobre el valor terapéutico de los animales, que reveló que casi todos los pacientes que habían sufrido un ataque cardíaco y tenían mascotas, seguían con vida un año después, comparado con el 70 por ciento de quienes no tenían animales.

Desde que se publicó aquel trabajo en la revista Public Health Reports, se han multiplicado los estudios sobre la incidencia positiva del contacto animal en la salud de los humanos, así como las terapias asistidas con animales (TACAs) y sus aplicaciones, que abarcan desde los casos de personas que atraviesan una crisis, hasta aquellas con minusvalías o discapacidades.

El animal que se integra en la cotidianidad de una persona le hará extensible su cariño sin condiciones. «Nos demuestran afecto simplemente por existir, por ser quienes somos, sin hacer juicios de valor. Nos aman seamos altos o bajos, estemos gordos o delgados, nos vaya bien o no», explica la psicóloga Isabel Salama, especializada en TACAs (www.isabelsalama.com).

Según esta experta, las relaciones con ciertos animales pueden ser terapéuticas, porque estos seres nos ayudan a mejorar nuestra calidad de vida y abrir nuestra conciencia, sensibilizándonos en la comunicación no verbal, uno de los medios más potentes para expresar nuestros sentimientos.

EMOCIONES QUE CURAN EMOCIONES

La biofilia, o amor a la vida, es una de las emociones más curativas, porque cura otras emociones. «Aparece cuando nos acercamos a la naturaleza de forma consciente, y por lo tanto a animales que están cercanos a su medio natural», según Salama.

Los delfines cuentan con una especie de sonar biológico o «ecolocalización», para capturar presas y reconocer su entorno, del cual salen sonidos alfa que, según Salama, influyen en nuestro sistema nervioso de manera positiva y ayuda a reconectar las neuronas que permanecen inactivas en el cerebro.

En países como Estados Unidos, España, Argentina o México, se emplean delfines para tratar niños afectados por deficiencias cerebrales como el autismo o el síndrome de Down.

A través del contacto y acercamiento a los cetáceos, los pequeños parecen superar sus inhibiciones y se logra lo que mediante otros tratamientos es muy difícil: que el paciente se comunique con el mundo exterior, y que incluso mejore su capacidad de memoria.

Los caballos, animales muy nobles y dignos, que no se humillan para pedir afecto y cuya confianza hay que ganarse, tienen un enorme tamaño y poder, y las características de su personalidad o idiosincrasia, que les hace especialmente terapéuticos para las sociopatías y para la rehabilitación motora del organismo.

«La compañía, el cariño y la confianza que dan los animales son beneficiosas terapéuticamente para los niños con síndromes genéticos minoritarios», según Isaías Zarazaga, catedrático emérito de Genética de la Universidad de Zaragoza.

Según este experto «hay investigaciones que demuestran las ventajas de la relación de los niños con problemas motores y los caballos, ya que tanto el aprender a montarlos como el contacto con los equinos que les ayudan a salir de su mundo interno, les permiten centrar la atención sobre algo que pueden dominar».

LADRIDOS CON AFECTO

Para Salama, «los perros adoptan una actitud afectiva y de gran apego hacia el ser humano. Son lúdicos, afectivos, juguetones y están a nuestro lado fielmente durante toda su vida. Acariciar a un perro o a un gato baja los niveles de tensión arterial, frecuencia de respiración y latidos cardiacos».

Fomentan la amistad entre los dueños y la responsabilidad de su cuidado en los niños. En residencias de ancianos, cuando se introducen perros se ha observado que después esos mayores reciben menos visitas del médico, pero más de sus familiares.

Por su parte, el gato «nos enseña a estar relajados con consciencia, ya que puede estar durmiendo, mientras atiende todo lo que ocurre a su alrededor. Su ronroneo fomenta las emociones positivas, y sus pequeñas señales de afecto son muy bien recibidas por sus dueños. Se recomienda su compañía a las personas que están o se sienten muy solas y no pueden dedicar mucho tiempo al cuidado de su mascota», señala Salama.

Otros recursos empleados en la CATAs son los animales de granja, que según la experta suelen tener mucho miedo: «cuando uno consigue tranquilizarlos, se está tranquilizando a sí mismo. Acariciar un conejo, una gallina o un cerdo puede resultar terapéutico, ya que suelen dejarse tocar sólo cuando tienen confianza en la persona. Es una experiencia positiva para las personas tímidas, retraídas, con temores, introvertidas y que buscan expansión.

El contacto con animales va asociado a una psicoterapia individual o grupal, por medio de la cual el paciente expresa verbalmente las sensaciones, sentimientos, pensamientos e intuiciones, que le ha motivado la interacción con los animales y las conclusiones que ha sacado de la experiencia.

Los animales domésticos no sólo acompañan y divierten a sus propietarios sino que les ayudan a mejorar su salud física y mental, un efecto que ya se aplica con fines curativos en distintos programas sanitarios de Gran Bretaña y Estados Unidos.

El 80 por ciento de las personas se relajan al «hablar» con sus perros y gatos, cuya sola presencia se ha revelado como una auténtica terapia para superar los problemas de soledad, depresión y comunicación y algunas dolencias graves como el autismo o los trastornos cardiovasculares.

MASCOTAS CARDIOSALUDABLES

El profesor Aaron Katcher, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Pensilvania (EE UU), afirma que los enfermos de miocardio o anginas de pecho, que tienen animales de compañía, mueren menos que los que no los tienen, según sus estudios.

La interacción o la mera presencia de perros, gatos y peces ornamentales influyen positivamente sobre la ansiedad, la hipertensión y las enfermedades coronarias, según la doctora Erika Friedmann, de la Universidad de Nueva York.

Katcher señala que aunque la evidencia epidemiológica es muy escasa, hay estudios que indican que la presencia de animales puede reducir el estrés, ya que el diálogo con ellos, que combina las palabras con las caricias, eleva la presión arterial mucho menos que si el interlocutor fuera una persona.

Los dueños de perros adquieren un sentimiento de mayor estima y confianza en sí mismos y además tienen una menor concentración de colesterol en la sangre, según estudios de James Serpell, de la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña.

En el Reino Unido existen 5.400 perros PAT (sigla inglesa de «Animales domésticos como terapia») que visitan periódicamente centros sanitarios donde se atiende a enfermos mentales o terminales, para mejorar su calidad de vida y salud psicológica.

Las animales domésticos desarrollan la sensibilidad de los niños, les crean hábitos de servicio y responsabilidad y fomentan su evolución hacia la edad adulta, además de mejorar la relación con las personas, según los especialistas.

Sus sonidos, olores, aspecto y actividades producen estímulos sensoriales poderosos de los que carecen las personas con frecuencia, y además son provocativos y atractivos en sí mismos.

También tienen un efecto saludable en la depresión de los ancianos al romper su vacío de actividad y suplir sus carencias afectivas, traspasando la barrera de su soledad y encerramiento.

Además, las mascotas mejoran la salud en general por el simple hecho de aumentar la duración de los paseos de sus dueños. E F E – REPORTAJES

Publicaciones Relacionadas