Dolor con aroma de mujer

Dolor con aroma de mujer

MARIEN ARISTY CAPITAN
m.capitan@hoy.com.do
Un año más. Otro ocho de marzo que se acerca mientras el horror nos circunda y estremece: ni siquiera ellas, las que aún no han llegado a ser mujeres, tienen que ver cómo los hombres destrozan sus vidas.

Hoy, y aunque sueño con que algún día el ocho de marzo sólo nos recuerde que alguna vez las mujeres fueron discriminadas y humilladas, tengo que reconocer que quedan demasiados motivos para conmemorar esa jornada.

El duro ejemplo de las dos niñas violadas en Jimaní me obligó a replantearme el Día de la Mujer, ese que quisiera que no existiera porque sólo nos recuerda una vez más que no hemos logrado la igualdad.

Saber que siete animales se cebaron contra el cuerpo de la mayor de ellas, que apenas tenía once años cuando la violaron repetidamente durante dos días, nos obliga a entender que nuestra vulnerabilidad no tiene nada que ver con la edad: cualquiera, sólo por el hecho de ser del sexo femenino, corre el riesgo de ser lastimada.

Aunque la violación a menores no es una novedad, este caso es el más abominable que he escuchado. ¿Lo más terrible? Los violadores, atrapados al principio, aún están libres; mientras la madre, también violada, fue asesinada días después.

A un año de esto, me pregunto si la justicia seguirá dándoles la espalda. Mancilladas y huérfanas, ellas no merecen sumar otro dolor a su alma.

Hay que hacer algo al respecto. No podemos permitir que la impunidad siga costándonos la vida. Porque morir es más que dejar de respirar: es ver cómo, estando siempre en desventaja, nos roban hasta la dignidad.

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