Dominican sub way

<p>Dominican sub way</p>

FEDERICO JOVINE BERMÚDEZ
De las autoridades de hace 50 años no queda ninguna con vida. Todas murieron de viejo en el desempeño de sus honrosas funciones. Los que estuvieron designados como sus primeros directores y operarios también han desaparecido, y sólo podríamos presentar en este importantísimo día en que cumplimos el cincuentenario del inicio de su construcción a quienes siendo sus relevos en el tiempo, aún insisten en trabajar esforzadamente bajo tierra tratando de acabarlo hoy 27 de febrero, antes de las 10:00 de la mañana.

Cuando la ciudad jubilosa se prepara a transitar por primera vez desde el poderoso enclave en que ha devenido el Borough de Villa Mella a partir de que el ingeniero Diandino Peña inmaculado creador de este sistema de transporte, moderno y ágil, visualizara la posibilidad de industrializar el proceso de fabricación del Chicharrón de Villa Mella en latas y en sobre aerodinámicos, capaces de ser enviados a las colonias dominicanas radicadas en las partes más remotas del planeta que de esta manera nunca perderán el contacto con una de las más elevadas producciones generadas en esta tierra: El chicharrón.

Como dato importante debemos recordar que los dominicanos fuimos escogidos entre todas las nacionalidades para participar en el grupo de los primeros colonos cósmicos, por nuestra capacidad para violar todas las leyes, incluyendo las de la física y la química; por el histriónico sentido escénico que nos hace representar el papel de pendejos en todas las circunstancias y finalmente, porque somos un pueblo conformado por ascetas acostumbrados desde nuestro nacimiento a flotar suspendidos en el espacio de nuestra irrealidad, sobreviviendo sin aire, ni luz, ni agua, ni recogida de basura, sin patentizados y sin servicios médicos de ningún tipo, lo que unido al hecho de que en el espacio interestelar no puede hacerse té, porque no se da la cabrita ni el limoncillo podríamos demostrar que somos los únicos que podemos vivir durante años en suspensión criónica, que es una especie sofisticada de decir que uno puede vivir la vida entera jodido.

Lo que parece que en el 2005 era del íntimo conocimiento del ingeniero Diandino Peña en honor a quien fue erigida la hermosa estatua que develamos hoy donde se le aprecia a horcajadas sobre un metro abrazado a una inmensa placa de bronce con gigantescas letras doradas que dicen: “A Diandino, por joder tanto el mingo”, que enterrada de cabeza parece vigilar las oscuridades existentes en el más allá bajo la tierra de la Máximo Gómez justo en el lugar donde está enclavada la protuberante Totuma de Francesca.

Y Diandino aparte que bien se verá la mañana de hoy 27 de febrero del 2045, cuando el metro arranque en fá desde Villa Mella hasta el Dow Town, entre los vítores de la gran cantidad de villamelleros, la Cofradía de los Palos del Espíritu Santo, de las Hermandades de Yaniquequeros, Hueveros, Chicharroneros y Padres de Familia que al buscársela, arremeterán contra todo lo estatuido con tal de viajar en el tren inaugural que como ustedes bien saben no saldrá jamás de la estación y si lo hiciere sería, para viajar sin regreso hacia el país del nunca.

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