Dominicana: víctima de su notable desarrollo

Dominicana: víctima de su notable desarrollo

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Dominicana está siendo acorralada, sutil o abiertamente, por las diversas tendencias mundiales que gravitan en esta época globalizada, que tiene por objeto amendrentar y arrinconar el avance dominicano de los últimos cuatro lustros, para hacernos sentirnos culpables de acciones que van desde actitudes racistas hasta paraíso del narcotráfico.

No transcurre, un período de tiempo tranquilo, sin que el país sea objeto de titulares y acciones internacionales de las más diversas raíces, en que hasta los peloteros de Grandes Ligas los hacen sentir responsables del avance de los esteroides, aparte de denigrar la emigración criolla hacia otros lugares en especial hacia Europa, donde se han ido enraizando por las más diversas cualidades que muestran en sus trabajos de ultramar.

Ese auge dominicano, que nos ha colocado en el tapete por la penetración que van teniendo muchos dominicanos en las actividades tanto deportivas, artísticas o profesionales, aparte de las ligadas a las acciones ilegales, no pasa desapercibido por los círculos de opinión mundial, que sorprendidos por ese desarrollo, buscan la manera de enfrentar esa penetración dominicana, que se manifiesta en casi todos los países de la Tierra.

El hecho que el turismo mantiene un crecimiento notable, en que ya se reciben más de 3 millones de turistas anualmente, y para ellos, hay disponibles cerca de 70 mil habitaciones en decenas de resorts de las más diversas calidades y estilos, revela un alto grado de confianza y de atracción por una tierra caribeña que arrastra severos problemas sociales, y pese a ellos, no ha sido un lastre para que, desde la década de los 80, los ojos del mundo, iniciaron el proceso de descubrir el secreto mejor guardado del Caribe.

En los pasados 20 años, el país ha experimentado índices de crecimiento increíbles, si se toma en cuenta las severas deficiencias educativas y formativas en lo cívico y lo moral de una gran parte de la población. Esta arrastra un lastre de una inmigración inculta que arropa todas las actividades pesadas que los dominicanos rehúsan. Tal presencia de esa inmigración haitiana, constituye un aporte a una carga negativa que ha evitado un mejor ritmo de desarrollo, sin embargo es esencial para la estabilidad del país ya que su presencia contribuye a llevar tareas vitales para la economía tanto en la agricultura, turismo como en la construcción.

Otro lastre negativo que estanca un mejor índice de desarrollo es la capacidad de los políticos que han estado al frente de las instituciones estatales, donde ha dilapidado recursos millonarios, incluso de préstamos internacionales que nunca se ha sabido cuál fue su destino, mal invertido un dinero que dejó jugosas comisiones, ni siquiera se ha comenzado a pagar el capital y los intereses gravitan en la pesada deuda pública, que ya es superior a los $8 mil millones de dólares.

En Francia ha comenzado a exhibirse un documental hecho con toda la mala fe del mundo, que sin dudas, aparte de la colaboración de algunos sacerdotes europeos, nos presenta, a este país de negros y mestizos en más de un 80% de su población, como los más severos racistas del mundo. Nos acusan de un maltrato a los haitianos que solo existe en la mente calenturienta de gentes que no quiere ver la pobreza de los dominicanos que hasta viven peor que los haitianos. Los franceses, por épocas, se han dedicado a acallar sus conciencias, buscando que el mundo desvíe su atención y olvide sus maltratos cometidos en su tiempo de potencia imperial a sus ex colonias, como lo que hicieron en Vietnam en la década del 50 y lo repitieron en Argel por varios años; ahora se ocupan de maltratar a sus emigrantes que provienen del norte de Africa, donde estaban sus colonias. Buscan así acallar sus conciencias por el arrastre de severos maltratos de siglos a sus ex colonias caribeñas y africanas.

Los galos, los norteamericanos y sajones tratan de arrinconarnos con el solo propósito, no solo de presentarnos ante el mundo como racistas que esclavizamos a los haitianos, sino procurar que las autoridades locales se dobleguen a sus requerimientos para que se les dé la nacionalidad a los millares de haitianos que viven y trabajan libremente en el país. Todo en preparación a la última etapa del plan de ellos de borrar la frontera que divide a los dos países de la isla. De esa manera se formaría una sola Nación de libre tránsito para todo los que deseen trasladarse de un lugar a otro. Por lo tanto, la parte oriental de la isla se convertiría en erial como lo es parte occidental en menos de 100 años. Si se aniquila la dominicanidad en la isla, la enorme emigración criolla, esparcida en su diáspora por todos los países de la Tierra, habrá sembrado la semilla de la nueva raza dominicana, y al igual que el pueblo judío, sabrá renacer de sus cenizas, pese a las pretensiones de las grandes potencias de aniquilarnos como Nación y raza.

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