Dominicanas: espirituales, inteligentes y patriotas

Dominicanas: espirituales, inteligentes y patriotas

Elvira Lora

Las noticias informan sobre logros inconmensurables de las dominicanas con nombres propios: Scarlin Hernández, en la NASA; Marileidy Paulino, en las raudas carreras olímpicas; Pierina Sánchez desarrollando acciones políticas en Nueva York… ¡Más mujeres triunfan y alcanzan sus sueños, y al lograrlo izan la bandera roja, azul y blanca en los medalleros de la ciencia, la innovación, el activismo y los deportes!, siendo una pregunta constante: ¿de dónde proviene la autodeterminación, la constancia y la perseverancia que apuntan hacia líneas de pensamiento y acción común?

Al escribir un opúsculo sobre el feminismo de la región, «La influencia de la mujer en Iberoamérica» (1955), la maestra normal y periodista Petronila Angélica Gómez Brea (1883-1971) atribuye las génesis psicosocial de las dominicanas a una triple condición: « la rebeldía de las mujeres taínas defendiendo corajudas su terruño, ante las huellas de extranjeras; la educación conventual que por intermedio de las religiosas consagradas comenzó en la época de la colonia, y la tristeza de las esclavas con sus espejismos de dolor».

La directora de la revista Fémina (1922-1939) se refiere a estas «causas psicológicas» como herencias que determinan el carácter de la mujer dominicana y que ya en la AGENCIA sufragista se revelan de forma tan constante que transforman la condición femenina de la cual surgía una nueva mujer: «Siempre encontraremos en las dominicanas esta triple condición: espiritual, inteligente y patriota», y menciona -con la ética del affidamento- a quienes resultaron las madres espirituales referenciales: «la cacica Anacaona, la patriota María Trinidad Sánchez y la científica Evangelina Rodríguez».

Resultaron esas «cualidades morales» en impulsos para que en la época de la «construcción de la ciudadanía» las dominicanas, tanto las que residían en las nacientes urbes como en las zonas rurales, se unieran a la causa sufragista (1920-1940), procurando desarrollarse en nuevas áreas del conocimiento más allá de las que se les limitaba por representar una extensión del hogar.

Es a ELLAS, a esas dominicanas que carentes de derechos civiles y políticos se hicieron abogadas, farmacéuticas, científicas, escritoras, administradoras, que la ex primera dama y escritora del «Himno a las madres», Trina de Moya de Vásquez, escribe en un pensamiento (en verso) publicado en Fémina (1924): «(…)

¡Es la mujer! Señora del lar dominicano (…) La asidua y laboriosa que en estudiar se afana y en breve alcanzar título de honrosa profesión; la que es ejemplo vivo de caridad cristiana, la que es mujer y ángel -la que es dominicana y es toda sentimiento y toda corazón»…

Versos que, si nuestra lectoría recita, podemos atribuirlos a todas las que dentro y fuera de nuestra geografía triunfan y triunfarán.

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